ISSN: 0300-8932 Factor de impacto 2023 7,2
Vol. 63. Núm. 8.
Páginas 1001 (Agosto 2010)

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Aleix Cases-AmenósaJosé R. González-JuanateybPedro Conthe-GarcíacArantxa Matalí-GilarranzdCristina Garrido-Costae

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Sra. Editora:

En respuesta a la carta de Barrios et al sobre nuestro artículo publicado en REVISTA ESPAÑOLA DE CARDIOLOGÍA1, queríamos hacer unas apreciaciones.

El filtrado glomerular (FG) es una variable continua, pero no compartimos que el criterio de 60 ml/ min/1,73 m2 sea arbitrario. Este valor se escogió con base en criterios de morbimortalidad cuando la iniciativa K/DOQI americana elaboró la clasificación de enfermedad renal crónica, posteriormente aceptada internacionalmente.

Coincidimos en las limitaciones de la determinación de la creatinina, y consecuentemente de la estimación del FG (FGe) mediante fórmulas derivadas de ella, así como que se confirme en dos determinaciones, con un intervalo de al menos 3 meses, para concluir que un paciente tiene insuficiencia renal crónica (IRC). Sin embargo, es la manera más sencilla de estimar el FG, como así lo reconocen tanto las sociedades nefrológicas como otras sociedades científicas, como la AHA.

Barrios et al citan un estudio transversal suyo del cual infieren que se utilice la creatinina si ésta está elevada y sólo el FGe si ésta está dentro del intervalo de referencia para detectar insuficiencia renal oculta.

Creemos que es una simplificación excesiva: se ha demostrado que el riesgo de morbimortalidad aumenta a medida que disminuye el FG, y la prevalencia y la gravedad de la hipertensión aumentan paralelamente a la disminución del FGe.

La clasificación de la enfermedad renal crónica en estadios permite al médico conocer en cada momento qué conducta seguir. La IRC se asocia a unas complicaciones (anemia, alteraciones del metabolismo osteomineral, etc.) que se debe evaluar y tratar.

La farmacocinética está alterada en la IRC. En el estudio MULTIRISC, hemos observado que el uso de fármacos contraindicados o inadecuados (p. ej., metformina, antialdosterónicos, etc.) en pacientes con FGe < 30 ml/min/1,73 m2 no es despreciable. Ello es atribuible en parte a que los profesionales sanitarios no reconocen el estadio. Finalmente, una remisión temprana al nefrólogo se asocia con una mejor supervivencia.

Por todo ello, creemos que debe medirse el FGe en todos los pacientes, no solamente para su catalogación como pacientes con alto riesgo cardiovascular, sino para clasificarlos adecuadamente, retrasar la progresión de la enfermedad, tratar las complicaciones derivadas de la IRC, evitar la iatrogenia y, en su caso, remitir al paciente al nefrólogo.

Bibliografía
[1]
Cases Amenós A, González-Juanatey JR, Conthe Gutiérrez P, Matalí Gilarranz A, Garrido Costa C..
Prevalencia de insuficiencia renal crónica en pacientes de alto riesgo o con enfermedad cardiovascular..
Rev Esp Cardiol, (2010), 63 pp. 225-8
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