Hemos leído con mucho interés el artículo publicado por de Agustín et al en Revista Española de Cardiología1. En ese trabajo se resalta la utilidad de la angiografía coronaria por tomografía computarizada (TC) como método de detección de puentes miocárdicos (PM) en una población sintomática que por lo demás presenta baja prevalencia de enfermedad coronaria. Aunque tradicionalmente se ha reconocido a la coronariografía invasiva (basándose en la compresión sistólica de las arterias coronarias) como método de referencia para la valoración de PM, cada vez es más frecuente y útil su valoración anatómica no invasiva mediante angiografía por TC multidetectores2. A juicio de los autores, puede ser de interés debatir una serie de puntos.
En primer lugar, la prevalencia de PM detectada mediante angiografía por TC multidetectores es muy variable. Este hecho, y dejando al margen la variabilidad geográfica, puede estar relacionado con la evolución tecnológica de la TC en los últimos años, así como por la variabilidad en la interpretación de los estudios. Mientras en las series necrópsicas la prevalencia de PM alcanza el 86%3, su diagnóstico mediante técnicas no invasivas no ha alcanzado tasas tan elevadas. Esta disparidad puede justificarse por una mayor detección durante la autopsia de puentes superficiales, de ramas más distales y de menor calibre, que no se puede valorar con claridad mediante los tomógrafos actuales. Además, la prevalencia de PM detectados mediante angiografía por TC multidetectores parece aumentar según el número de detectores. Ko et al4 observaron una prevalencia del 5,7% en pacientes estudiados mediante TC de 16 detectores, mientras que de Agustín et al1 —y otros autores como Johanson et al5 o Kim et al6— demostraron una prevalencia de entre el 20 y el 60% mediante TC de 64 detectores. Aún está por determinar si los más recientes aparatos de 128, 256 o 320 detectores serán capaces de diagnosticar con mayor frecuencia esta anomalía, ya que por su mayor resolución espacial podrían objetivar PM de menores longitud y profundidad. Además, las tasas de detección de PM dependen de la definición empleada7. Mientras algunos estudios tienen en consideración la afección de todo el segmento visualizado (puente completo), otros autores pueden considerar que un 75% (puente parcial) de la superficie afecta es suficiente, lo que supone resultados dispares en la prevalencia de esta anomalía6.
Por otro lado, aún es objeto de debate la relación entre la clínica anginosa y la presencia de PM. Se ha descrito una serie de variables referentes a las características anatómicas del PM (longitud, profundidad y grado de compresión sistólica) que pueden relacionarse con la aparición de sintomas. Elmali et al demostraron que, en pacientes con PM valorados por TC multidetectores, una profundidad del puente > 4mm se relacionaba en el 100% de los casos con compresión coronaria sistólica objetivada por angiografía invasiva y con la aparición de clínica anginosa8. Que de Agustin et al1 emplearan TC de 64 detectores, frente al de 16 detectores empleado por Elmali et al8, probablemente haya permitido diagnosticar puentes de menos tamaño y profundidad, pero aun así relacionados con la aparición de angina. Los hallazgos mostrados por de Agustín et al1 pueden ser importantes en un futuro cercano, ya que no se debe descartar puentes más superficiales y de menor longitud, probablemente detectados por los avances en el desarrollo de TC multidetectores, como causa de síntomas de angina en pacientes sin otra causa.