Hemos leído con gran interés el artículo de Velázquez et al.1 sobre la exposición de las cardiólogas intervencionistas a la radiación durante el embarazo y queremos felicitarles por su rigor. No obstante, hay algunos aspectos que nos gustaría comentar.
En primer lugar, los autores indican que la preocupación por la exposición a radiaciones ionizantes durante el embarazo supone una interrupción de 1 año en la trayectoria profesional. Sin embargo, en la mayoría de las secciones de hemodinámica y electrofisiología trabaja más de un cardiólogo2,3, por lo que en muchos casos la mujer puede evitar la exposición con una simple redistribución de tareas, si bien esto puede suponer una sobrecarga para los otros miembros de la sección cuando no se cubre la baja con un cardiólogo intervencionista. Por otra parte, cuando coinciden en la misma sección 2 cardiólogas con deseos genésicos, puede suceder, y de hecho sucede, que tengan que coordinarse en la planificación de su gestación, aunque no siempre sea factible por evidentes motivos biológicos.
En segundo lugar, los autores defienden que es posible trabajar en la sala con un riesgo prácticamente despreciable si se toman las precauciones adecuadas. Defendemos firmemente el derecho de las trabajadoras a decidir, en lugar de someterse a los dictados del Departamento de Prevención de Riesgos Laborales, pero nos preocupa que no existan estudios clínicos controlados y que la mayoría de los datos sean extrapolaciones de investigaciones en animales. Si establecemos un paralelismo con los fármacos, la mayoría no se recomiendan durante la gestación porque solo han sido probados en animales y únicamente se asume el riesgo (por «despreciable» que sea) cuando hay un motivo médico. Sin embargo, en el caso de la exposición laboral a radiación, se asume el riesgo sin motivo médico alguno, en contra de las recomendaciones de Riesgos Laborales, del ginecólogo e incluso de las reticencias lógicas del padre. Además, como comentan los autores, la probabilidad espontánea de malformación congénita o cáncer en la infancia es del 4,07%. Cuando esto sucede, si la madre ha estado expuesta a radiación, aunque la dosis recibida haya sido mínima y en teoría el incremento del riesgo sea despreciable, probablemente tendrá que dar, y se autoexigirá, explicaciones.
Por otra parte, en el artículo se describen las protecciones usadas por las trabajadoras expuestas. Dos de ellas usaron material adicional (una de ellas hasta 3 faldas plomadas), por lo que deducimos que no se sentían seguras con la protección habitual. Además, frecuentemente se olvida que la gestación supone una situación de riesgo especial que condiciona empeoramiento de síndromes varicosos y molestias osteomusculares debidos al cambio de curvatura lumbar y al sobrepeso, por lo que el uso de faldas y chalecos (no digamos de material adicional) la agrava aún más. Defendemos que sería preferible invertir en otros medios de protección, como los sistemas de navegación, con los que es posible realizar ablaciones de múltiples sustratos sin escopia4, y más importante aún, como las pantallas de protección completa (p. ej., tipo campana) que se utilizan en Europa y que evitan la necesidad de chalecos y delantales y los inconvenientes que conllevan.
Por último, nos preguntamos si las cardiólogas intervencionistas se sienten totalmente libres para decidir no modificar su actividad durante el embarazo. Como todos sabemos, las condiciones laborales han empeorado en los últimos años y la alta tasa de temporalidad, que alcanza un 40% en el sistema público de salud5, puede condicionar sus decisiones.
Por lo tanto, hasta que se publiquen estudios controlados en este ámbito, en vez de sobrecargar a la trabajadora con la responsabilidad de esta decisión, pensamos que el enfoque más adecuado es dotar convenientemente los laboratorios de medidas de protección radiológica completa, de las que además se beneficiarían todos los trabajadores expuestos.
CONFLICTO DE INTERESESR. Cózar León declara haber recibido remuneraciones de Boston Scientific por el desarrollo de ponencias.
E. Díaz Infante declara haber recibido remuneraciones de Boston Scientific, St Jude Medical, Medtronic y Biotronik por el desarrollo de ponencias y presentaciones educativas.