Sr. Editor:
El estudio PRICE1 muestra una prevalencia de insuficiencia cardiaca del 6,8% en la población española de 45 o más años, cifra cercana al 5% encontrado en un estudio previo realizado en Asturias2, y que se eleva hasta el 16% cuando se considera sólo a la población por encima de los 75 años. Estos resultados confirman el notable aumento del número de casos de insuficiencia cardiaca en los últimos 20 años en los países occidentales, que condiciona una necesidad cada vez mayor de atención sanitaria y un elevado consumo de recursos para su tratamiento.
Sin embargo, para valorar con mayor precisión la carga asistencial total de un problema de salud es necesario conocer, como medida complementaria a la prevalencia, el número de hospitalizaciones que genera. Así, el grupo de diagnóstico relacionado 127, en el que se encuadran insuficiencia cardiaca y shock, supone, con un 2,68%, la segunda causa de ingreso hospitalario en España y la primera de pacientes mayores de 65 años3.
Desde nuestro punto de vista, una medida que puede complementar a la del número de hospitalizaciones en la valoración de la carga asistencial sería el número de atenciones urgentes, ya que en muchas ocasiones el ingreso de un paciente depende de los recursos asistenciales del sistema sanitario en cada centro o región. A modo de ejemplo, las áreas de observación que durante los últimos años se han generalizado en los servicios de urgencias (SU) constituyen lugares excelentes donde solventar, en 24 horas y sin ingreso, trastornos que hasta hace poco lo requerían4. Así, el estudio EAHFE5 (un estudio descriptivo transversal realizado en 10 SU de hospitales españoles en el que se recogió la información de 1.017 pacientes consecutivos atendidos por insuficiencia cardiaca durante 1 mes) mostró que el 70% de los pacientes fueron hospitalizados (más de la mitad en unidades de corta estancia vinculadas a los servicios de urgencias) y, del 30% que fue dado de alta desde urgencias, el 17% pasó por estas unidades de observación. Dichos datos indican la elevada carga asistencial que en la actualidad supone la insuficiencia cardiaca en los SU. Otro aspecto importante a destacar del estudio EAHFE es que 1 de cada 4 pacientes con insuficiencia cardiaca atendidos en los SU no tenía diagnóstico previo de insuficiencia cardiaca y en casi la mitad se desconocía la función ventricular. Por otro lado, si comparamos la comorbilidad del paciente con insuficiencia cardiaca que necesita atención urgente del estudio EAHFE con la de la población general obtenida del estudio PRICE, veremos que en el primero hay mayor proporción de hipertensión, diabetes, cardiopatía isquémica y disfunción sistólica, así como una elevada proporción de pacientes con fibrilación auricular. Un aspecto importante en el que coinciden ambos estudios es la enorme importancia de la edad en esta enfermedad. La prevalencia de insuficiencia cardiaca se duplica entre el grupo de 65-74 años y el de 75 o más años (el 8% en el primero y el 16,1% en el segundo) en el estudio PRICE1, y en el estudio EAHFE5 los pacientes tenían una media de edad de 77 ± 10 años.
Con todo esto, queremos reflexionar sobre la importancia de crear grupos interdisciplinarios compuestos por cardiólogos, internistas, geriatras, médicos de atención primaria y «urgenciólogos» que permitan un manejo más integral de estos pacientes, lo que redundará en un mejor conocimiento de esta auténtica epidemia del siglo xxi6 y, a la postre, en una mejora en la atención y los circuitos asistenciales en la insuficiencia cardiaca.