ISSN: 0300-8932 Factor de impacto 2023 7,2
Vol. 54. Núm. 6.
Páginas 807 (Junio 2001)

El documento Colesterol 2000: ¿útil para el enfermo renal?

Cholesterol 2000: Is this Document Useful for Renal Patients?

M Lurdes Comas MongayaEugenia Castellote AlonsoaJoan Feixas RomaaManel Pladevall Vilab

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Sr. Editor:

Frente a la epidemia de enfermedad cardiovascular en España, con la morbimortalidad que ésta conlleva, la Dirección General de Salud Pública del Ministerio de Sanidad y Consumo, la sección de Cardiología Preventiva y Rehabilitación de la Sociedad Española de Cardiología, y la Sociedad Española de Arteriosclerosis, con la colaboración de múltiples sociedades científicas, han elaborado el documento Colesterol 2000, que ha sido publicado recientemente1. Hemos leído con interés dicho documento y, aunque creemos que de manera global su aportación es positiva, consideramos que no recoge adecuadamente algunas evidencias que relacionan el riñón y la enfermedad cardiovascular y que exponemos a continuación.

Los pacientes con enfermedad renal presentan una mayor prevalencia de hiperlipidemia que la población general, sobre todo aquellos con síndrome nefrótico, en diálisis peritoneal o receptores de trasplante renal2. La microalbuminuria, la proteinuria y el aumento de creatinina han demostrado ser factores predictivos, no sólo de progresión de la enfermedad renal, sino también de episodios cardiovasculares3-5.

El número de ingresos por enfermedad cardiovascular en los pacientes con insuficiencia renal crónica es superior al de la población general6. Cuando estos enfermos llegan a la insuficiencia renal terminal tienen una gran prevalencia de enfermedad cardiovascular, en un 75% se objetiva hipertrofia ventricular izquierda y en un 40% enfermedad coronaria, procesos que se han instaurado a lo largo de la enfermedad renal6,7.

En los pacientes hemodializados la muerte por enfermedad cardiovascular es más frecuente que en la población general y el riesgo de episodios de enfermedad coronaria es igual al de los pacientes con historia previa de enfermedad coronaria4.

En los últimos años, la nefroangiosclerosis, la enfermedad vasculorrenal ateromatosa y la enfermedad vasculorrenal ateroembólica se engloban en el capítulo de enfermedad vascular renal, y todas ellas son la manifestación de la disfunción endotelial en el riñón8.

Al reconocer las evidencias expuestas hasta aquí, expertos en nefrología propugnan la necesidad de tratar las alteraciones lipídicas en los pacientes con nefropatía al mismo nivel que el recomendado para la prevención secundaria en la cardiopatía isquémica6. Por tanto, los pacientes con nefropatía deberían ser incluidos en el grupo de mayor riesgo cardiovascular, y el objetivo de valores de colesterol total y colesterol LDL tendría que ser idéntico al propuesto en pacientes que ya han presentado acontecimientos coronarios.

Creemos que el documento debería incorporar este consenso y, en el capítulo de prevención secundaria, cuando se menciona «la otra enfermedad aterosclerótica», debería incluirse la enfermedad vascular renal, tanto la nefroangiosclerosis como la enfermedad ateromatosa de la arteria renal.

Por otro lado, el documento recomienda, en prevención secundaria, que si la presión arterial es superior o igual a 140/90 mmHg se deben iniciar medidas higienicodietéticas, cuando la OMS y el VI JNC indican en estos casos iniciar tratamiento médico4,9.

Concluimos que, considerando los datos ya existentes en la bibliografía médica, el documento no recoge suficientemente las singularidades de ciertos grupos poblacionales con alta prevalencia de enfermedad cardiovascular, como es el caso del enfermo renal.

Por último, creemos que hubiera sido interesante que otras sociedades científicas, con afección de órgano diana, hubieran colaborado de manera más activa en la elaboración de este importante documento de consenso y será necesario que aparezcan nuevas guías o que las ya existentes incluyan propuestas específicas y concretas para poblaciones singulares, como la de los pacientes con nefropatía.

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