Sra. Editora:
Hemos leído con atención el artículo de Riesgo et al1 acerca de diferencias según el sexo en el manejo de los pacientes con fibrilación auricular, en el que, efectivamente, se muestra que el manejo de dicha enfermedad es diferente en las mujeres, lo cual creemos que es un fenómeno reproducible desde hace mucho tiempo para cualquier enfermedad cardiovascular2.
Riesgo et al explican dichas diferencias como causa de un manejo más conservador, que atribuyen al mayor tiempo de evolución de la arritmia en las mujeres a su diagnóstico. Por otra parte, según los autores, el diseño del estudio, al centrar la valoración en un área básica de salud, evitó los sesgos de selección de otros estudios más centrados en centros terciarios o de referencia para el tratamiento de la fibrilación auricular, lo que en ocasiones motiva diferencias. Al final de su discusión, los autores intuyen ciertas desigualdades para las que no tienen explicación.
En un registro reciente sobre fibrilación auricular con 798 pacientes, realizado por médicos de familia de un área geográfica del noroeste de Galicia3, se muestran datos completamente reproducibles pues, a pesar de un tiempo de evolución de la arritmia significativamente menor respecto a los varones, las mujeres presentan un menor número de cardioversiones eléctricas (el 5 frente al 10%) y un mayor uso de digoxina (el 41 frente al 30%). Estos resultados quizá reflejen de nuevo esa tendencia al manejo conservador por motivos de sexo, como ocurre en otras enfermedades cardiovasculares, con la salvedad de que, además de no darles un tratamiento beneficioso, en este caso se les administra en mayor proporción un tratamiento que se viene asociando con una peor adaptación al ejercicio, cuya indicación principal en las últimas guías de fibrilación auricular es la vida inactiva, y que «puede producir efectos adversos (que ponen en riesgo la vida) y, por lo tanto, debe instaurarse de forma prudente»4.
Autor para correspondencia: rafavidal@hotmail.com