Hemos leído con interés la carta de Pampín-Huerta et al en relación con nuestro artículo1. Según la evidencia existente, la trombolisis sistémica es el tratamiento de elección para la embolia pulmonar (EP) masiva. En nuestra serie se incluyeron pacientes con contraindicación absoluta y en estas circunstancias las guías clínicas recomiendan 2 opciones alternativas: la embolectomía quirúrgica o percutánea, según la experiencia y disponibilidad en cada centro. Puesto que la disponibilidad quirúrgica es excepcional, incluido nuestro centro, se optó por la percutánea.
Aunque no existen contraindicaciones absolutas para la trombolisis en situaciones críticas, la práctica clínica diaria muestra lo contrario ya que más del 60% de los pacientes con EP masiva no la reciben2, quizá porque el riesgo de hemorragia grave es superior al 20%, incluido el 3% intracraneal, y aumenta exponencialmente en aquellos pacientes más inestables3. Por tanto, si bien es cierto que la evidencia del tratamiento transcatéter es limitada, actualmente es una alternativa válida en pacientes con EP masiva con contraindicación para la trombolisis o con riesgo hemorrágico alto.
Es de sentido común, y así lo ratifican diversos registros4, que una cuarta o quinta parte de la dosis sistémica in situ en el trombo corre un riesgo hemorrágico anecdótico, añadido al hecho de que el tratamiento percutáneo permite fragmentar y aspirar el trombo, lo que puede resultar vital en casos de EP central.
La tendencia actual no es que un solo médico valore la indicación y dosis de trombolisis sistémica en una EP de riesgo intermedio-alto sino que la decisión final de tratamiento trombolítico, percutáneo o quirúrgico sea consensuada de forma urgente por un equipo multidisciplinario en que el cardiólogo/radiólogo intervencionista desempeña un papel relevante5,6.
CONFLICTO DE INTERESESA. Sánchez-Recalde es Editor Asociado de Revista Española de Cardiología.