Sr. Editor:
Muchas gracias por la excelente carta de los doctores Almendro-Delia e Hidalgo-Urbano aportándonos su experiencia en relación con el síndrome de takotsubo y su variante medioventricular. Se trata de una enfermedad cuyos primeros casos se describieron1 en 1990 y que, a pesar de que inicialmente se consideró muy infrecuente, se estima ahora en más de un 1% del total de infartos agudos (el 5% en las mujeres)2. Años después, han comenzado a describirse más casos y variantes, caracterizadas por no afectar al ápex del ventrículo izquierdo en el momento del diagnóstico. Esta tendencia podría originarse, como bien señalan en su carta, por la generalización de las técnicas de imagen en la fase aguda (ecocardiografía, cateterismo), pero también por un mayor reconocimiento de la clase médica de una afección antes desconocida, como refleja el aumento de las publicaciones sobre el tema en los últimos años (fig. 1). Las formas atípicas, en nuestra serie entre 2003 y 2007, suponen un 37% de los casos (23 de 62 pacientes)3. Dado que el pronóstico parece benigno, a pesar de ocasionales complicaciones graves3, el mayor enigma estriba en esclarecer el mecanismo fisiopatológico. Tanto el desequilibrio neurohormonal en la influencia catecolaminérgica como la disfunción microvascular medida por las cuentas TFC que analizan Almendro-Delia e Hidalgo-Urbano, entre otros factores, han sido resaltados por varios autores como elementos implicados2,3. Sin embargo, todavía quedaría por esclarecer la influencia de una larga descendente anterior recurrente4.
Fig. 1. Publicaciones incluidas en PubMed, por años, con los términos «tako-tsubo» o «apical ballooning».