Sr. Editor:
Agradecemos el interés mostrado en nuestro artículo1 por Manovel-Sánchez et al2. Y ciertamente, los resultados de nuestra serie no son tan distintos de los ahora presentados. Así, el alto riesgo de recurrencias en pacientes que han presentado una muerte súbita reanimada o taquicardia ventricular sostenida es suficientemente conocido. Hay acuerdo acerca de la necesidad de aplicar un desfibrilador automático implantable como prevención secundaria3. Mayor controversia se presenta a la hora de indicar un desfibrilador en prevención primaria, ya que no está claro el número de factores de riesgo necesarios para su indicación4. Incluso en centros con consultas monográficas de esta enfermedad, el porcentaje de pacientes a los que se implanta un desfibrilador profiláctico es muy variable, lo que depende no sólo de diferencias de criterio a la hora de indicar el implante, sino también del tipo de población que se atiende1,5,6.
Las posibles discrepancias entre la serie de Manovel-Sánchez et al1 y la nuestra pueden estar en la diferente proporción de pacientes con prevención primaria o secundaria. Además, es conocida la posibilidad de que en ambas series haya sesgos de selección de los pacientes, lo que dificulta la comparación en cada una de las series publicadas entre sí. Es especialmente delicado el extraer conclusiones sobre la utilidad de la estratificación de riesgo cuando se estudia a pacientes con implante de desfibrilador por prevención secundaria. Ya que en muchas ocasiones en estos pacientes no se realiza una valoración de riesgo completa, que no es imprescindible para tomar la decisión de indicar un desfibrilador, por ello estos pacientes suelen tener, paradójicamente, menos factores de riesgo que los pacientes de prevención primaria, a pesar de tener más descargas apropiadas.
Por tanto, hay todavía muchas preguntas a la hora de estratificar el riesgo de nuestros pacientes y de indicar la necesidad o no de un desfibrilador en prevención primaria: ¿cuál es el número de factores de riesgo necesario?, ¿tienen todos los factores igual peso?, ¿cómo funcionan los factores de riesgo en pacientes mayores?, ¿cuál es la importancia de otros factores moduladores, como la cardiopatía isquémica o la fibrilación auricular?, ¿qué papel va a tener la genética?, ¿y las nuevas técnicas de imagen como la resonancia o el Doppler tisular?
Por todo ello, compartimos la necesidad de realizar estudios multicéntricos. Así, desde el Grupo de Trabajo de Miocardiopatía Hipertrófica de la Sociedad Española de Cardiología queremos impulsar la realización de un ambicioso registro nacional de pacientes con esta enfermedad, que abarque diferentes aspectos diagnósticos y terapéuticos. Por su trascendencia, el registro de pacientes portadores de desfibrilador es el apartado que se está desarrollando en primer lugar.
Lorenzo Monserrat recibe financiación de una «Ayuda a la investigación de la Fundación Aventis». Lorenzo Monserrat está financiado por la Red Cardiovascular RECAVA del Instituto de Salud Carlos III (C03/01)