Sr. Editor:
Hemos leído con gran interés el artículo de Marín et al1 y deseamos aportar los resultados de un estudio similar realizado en nuestro hospital.
Estudiamos a 20 pacientes con miocardiopatía hipertrófica (MH) y desfibrilador automático implantable (DAI) entre enero 1993 y abril 2005. El DAI fue implantado tanto en prevención secundaria (PS) como en prevención primaria (PP), considerando esta última la presencia de uno o más de los factores de riesgo (FR) reconocidos como predictores de muerte súbita (MS)2. En 14 pacientes (70%) se indicó DAI por PS (7 MS y 7 taquicardia ventricular sostenida), y en 6 (30%) por PP. El 33% de los pacientes en este último grupo presentaba un único FR. Durante una mediana de seguimiento de 6,5 años (PP 3 años frente a PS 7 años; p = 0,016) fallecieron 2 pacientes, uno en cada grupo de prevención (supervivencia global del 94 ± 5%). El porcentaje libre de descargas adecuadas (DA) fue del 55 ± 12% (PP 66 ± 19% frente a PS 52 ± 14%; p = 0,87), presentando la mayor parte de los pacientes la primera terapia en el primer año de seguimiento. Del total de pacientes con DA, 4 presentaban un único FR (44%). No hubo diferencias significativas en DA entre los que presentaban uno o más FR (riesgo relativo [RR] = 1,25; intervalo de confianza [IC] del 95%, 0,47-3,33), y ninguno de los factores se asoció significativamente con un mayor porcentaje de DA. El 40% presentó descargas inadecuadas, uno (16%) en PP y 7 (50%) en PS (p = 0,4). Las principales causas fueron taquicardia sinusal seguida de fibrilación auricular, y un caso por sobresensado. El 50% de éstos también recibió DA durante el seguimiento.
Nos gustaría realizar algunos comentarios acerca de la utilización del DAI para la prevención de MS en la MH y, en este sentido, contrastar nuestros hallazgos con el reciente trabajo publicado en esta Revista por Marín et al1. En primer lugar, nuestros pacientes presentaron un alto porcentaje de DA (45%), mayor del hasta ahora descrito, y probablemente atribuible a un mayor tiempo de seguimiento. La indicación del DAI en PP en estos pacientes es cada vez más aceptada a la luz de los estudios recientemente publicados3-5; sin embargo, si la presencia de un único FR justifica su implantación es un tema aún controvertido y la principal divergencia entre los distintos grupos de investigación. Nuestro grupo refleja una indicación menos restrictiva, con un tercio de los pacientes a los que se implantó por presentar un único FR, frente al 4,4% en el trabajo de Marín et al1. En este último, el porcentaje significativamente menor de DA en el grupo de PP cuestiona el valor predictivo de un FR aislado para justificar por sí solo la implantación de un DAI. A diferencia de los trabajos publicados, observamos un alto porcentaje de DA (33%) en este grupo de prevención y no encontramos diferencias en el porcentaje de terapias apropiadas entre ambos grupos, atribuible probablemente al menor número de pacientes en PP. El reducido número de pacientes supone una importante limitación y como refieren los autores del citado artículo1, se necesitan más estudios y la investigación de nuevos marcadores de riesgo para valorar la eficacia del DAI en PP. La realización de estudios multicéntricos como el que actualmente se está llevando a cabo6 será una gran aportación en este sentido.