Agradecemos los comentarios de Renilla et al. en relación con nuestro artículo sobre el insuficiente control de parámetros lipídicos en pacientes con enfermedad coronaria1, y no podemos dejar de estar de acuerdo con la mayoría de sus comentarios y reflexiones.
Aunque los resultados de nuestro estudio sean aparentemente sombríos, pues solo un 26% de los pacientes coronarios de España están bien controlados (lipoproteínas de baja densidad [LDL] < 70 mg/dl), no debemos olvidar que se ha mejorado, pues el 95% de los pacientes reciben tratamiento hipolipemiante y un 45%, tratamientos hipolipemiantes considerados como de alta potencia, cuando en el no lejano año 2006 un 31% no recibía estatinas y solo el 10%, tratamientos de alta potencia2. Es cierto que falta concienciación entre los profesionales a la hora de tomar medidas para no incurrir en la inercia terapéutica, pero no es menos cierto que basándose en el tratamiento con estatinas la probabilidad de alcanzar los exigentes objetivos no es fácil. Se sabe que el colesterol unido a LDL se reduce notablemente al iniciar el tratamiento con estatinas (hasta un 50% si se inicia directamente una estatina potente) pero, cuando se incrementa la dosis, los descensos porcentuales son pequeños (un 7-9% al doblar la dosis), hasta un 20% al añadir ezetimiba3, por lo que, si se parte de valores de LDL altos, el paciente tratado nunca alcanzará el objetivo. Por otra parte, Renilla et al. mencionan la variabilidad de respuesta al tratamiento hipolipemiante: en este sentido, uno de los aspectos que llaman la atención del estudio REPAR en el seguimiento al año (datos aún no publicados) es que una parte de los pacientes inicialmente bien controlados (colesterol unido a LDL < 70 mg/dl) en el estudio basal dejan de estarlo en el seguimiento pese a no haber modificado el tratamiento hipolipemiante.
Renilla et al. subrayan la oportunidad que va a significar la incorporación al arsenal terapéutico de los inhibidores de PCSK9. No obstante, estos fármacos llegan con muchas limitaciones, puesto que las directrices iniciales del gobierno4 apuntan a que solo se financiarían para pacientes tratados a dosis máximas y con colesterol unido a LDL > 100 mg/dl, lo que deja una banda entre 70 y 100 mg/dl, en la que se encuentran la mayoría de los pacientes ya tratados y no controlados, en un limbo sin solución terapéutica.