Sra. Editora:
Hemos leído con interés el trabajo de Cases Amenós et al acerca de la prevalencia de insuficiencia renal crónica (IRC) en pacientes con alto riesgo o enfermedad cardiovascular. Para ello analizaron los datos del estudio MULTIRISC1. Los autores realizaron un estudio epidemiológico, transversal y multicéntrico en consultas externas de cardiología, medicina interna o endocrinología. Los pacientes debían ser mayores de edad y con un elevado riesgo cardiovascular (SCORE [Systematic Coronary Risk Evaluation] > 5% o diabetes mellitus o enfermedad clínica concomitante). Se definió IRC como un filtrado glomerular estimado (MDRD [Modification of Diet in Renal Disease formula]) < 60 ml/min/1,73 m2; IRC establecida si además la creatinina era ≥ 1,3 mg/dl en varones o ≥ 1,2 mg/dl en mujeres, e IRC oculta cuando los valores de creatinina eran inferiores.
Finalmente se analizó a 2.608 pacientes, de los que el 62,7% no tenía IRC, el 18,9% tenía IRC establecida y el 18,4%, IRC oculta. Como cabía esperar, cuando se comparó el perfil clínico de los pacientes según tuvieran IRC o no, aquellos con IRC tenían más factores de riesgo y enfermedad vascular asociada.
Es indudable el beneficio clínico de calcular el filtrado glomerular tanto para diagnosticar la IRC como para el ajuste de las dosis de algunos medicamentos. Además, es bien conocido que los pacientes con IRC tienen peor perfil clínico, mayor riesgo cardiovascular y, en consecuencia, peor pronóstico. Asimismo, no es infrecuente que esta población se encuentre infratratada y se le realicen menos pruebas diagnósticas, lo que empeora aún más la situación2. Sin embargo, no debería olvidarse que el filtrado glomerular es una variable continua y el punto de corte de 60 ml/min/1,73 m2 no deja de ser arbitrario. ¿Realmente hay mucha diferencia en cuanto al pronóstico si el paciente tiene un filtrado glomerular de 61 o de 59 ml/ min/1,73 m2?
En un reciente estudio que incluyó a 2.024 pacientes con cardiopatía isquémica crónica e hipertensión arterial, se analizó si había diferencias en el perfil clínico y el control de factores de riesgo según el filtrado glomerular (≥ 60 frente a < 60 ml/ min/1,73 m2) o según cifras de creatinina sérica (≥ 1,3/1,2 frente a < 1,3/1,2 mg/dl en varones/mu-jeres) y filtrado glomerular < 60 ml/min/1,73 m2 frente a creatinina ≥ 1,3/1,2 mg/dl (varones/ mujeres)3. Los resultados de este estudio, además de mostrar que aproximadamente un tercio de los pacientes tenía IRC, objetivaron que los pacientes con IRC, independientemente de que ésta se deter-minara por el filtrado glomerular o por las cifras de creatinina sérica, tenían más factores de riesgo, más lesión orgánica y peor control de presión arterial. Pero también demostraron que el perfil de riesgo y el control de la presión arterial no diferían según tuviesen un filtrado glomerular < 60 ml/ min/1,73 m2 o una creatinina ≥ 1,3/1,2 mg/dl (varones/mujeres), lo que indica que estos dos parámetros están identificando a un mismo grupo de pacientes. Por otra parte, hay que tener en cuenta que tanto la medida del filtrado glomerular como la de la creatinina sérica se pueden ver alteradas en diversas circunstancias, por lo que una única determinación en un momento puntual parece insuficiente.
En consecuencia, a la luz de todos estos resultados, lo primero que hay que considerar es que se debería recalcar más la importancia que tiene la identificación precoz de la IRC, por muy leve que sea, ya que son poblaciones en muy alto riesgo4.
Además, todos los pacientes con creatinina ≥ 1,3/1,2 mg/dl (varones/mujeres) deberían considerarse como en muy alto riesgo, ya que tienen IRC, aunque la realidad nos dice que muchos médicos no identifican como enfermedad renal una creatinina de 1,3 mg/dl en un varón. Finalmente, en pacientes con valores normales de creatinina, obligatoriamente se debería calcular el filtrado glomerular, ya que podrían tener IRC oculta, sobre todo quienes tienen varios factores de riesgo asociados o enfermedad vascular concomitante o mal control de la presión arterial.