Sra. Editora:
Hemos leído con gran interés la reciente presentación de Agnelli et al1 de un caso de hemorragia alveolar después de un tratamiento con tirofibán. Aunque en ensayos clínicos amplios se ha demostrado la efectividad clínica del tratamiento con inhibidores de la glucoproteína IIb/IIIa en pacientes con cardiopatía isquémica2, el tratamiento combinado con ácido acetilsalicílico, clopidogrel y heparina puede asociarse a complicaciones hemorrágicas3. A pesar de que las complicaciones de hemorragia mayor o menor son los acontecimientos adversos más frecuentes asociados al empleo de inhibidores de la glucoproteína IIb/IIIa4, la hemorragia alveolar, como complicación que puede resultar mortal, a menudo está infradiagnosticada. Basándonos en los pocos casos descritos en la literatura, podemos concluir que es necesario un alto grado de sospecha clínica para su diagnóstico. Se desconoce el número de pacientes en los que podría no haberse diagnosticado correctamente una hemorragia alveolar5. Los signos clínicos, junto con una disminución súbita de la hemoglobina acompañada de hemoptisis, tras la administración de inhibidores de la glucoproteína IIb/IIIa deben alertar a los médicos. En la literatura, Ali et al6 fueron los primeros en describir un caso de hemorragia pulmonar tras el empleo de tirofibán, y el segundo caso fue descrito por Yilmaz et al7. Aunque en estudios previos5 no se ha definido claramente una asociación entre la presencia de una enfermedad pulmonar subyacente y la aparición de una hemorragia alveolar, Yilmaz et al indicaron que su paciente presentaba una presión capilar pulmonar elevada cuando se realizó el cateterismo. Además, Sitges et al8 han descrito un caso de hemorragia pulmonar tras el empleo de abciximab en el que había signos radiográficos de congestión pulmonar antes de la administración. Esta probable correlación fue respaldada también por Khanlou et al9, que describieron a 6 pacientes con hemorragias pulmonares tras el uso de abciximab, de los que 5 tenían valores elevados de presión capilar pulmonar. Aunque el reducido número de casos no permite hacer comentarios definitivos al respecto, la congestión pulmonar o las presiones elevadas en el lecho pulmonar en pacientes a los que se administran inhibidores de la glucoproteína IIb/IIIa puede predisponer a la hemorragia alveolar. Dado que las manifestaciones radiográficas de una hemorragia alveolar difusa son sorprendentemente similares a las de la congestión pulmonar cardiogénica, pensamos que, antes de la administración de estos fármacos, una radiografía de tórax puede ser útil para identificar a los pacientes con riesgo elevado de esta complicación potencialmente mortal.