Creemos que el interesante trabajo de Álvarez et al.1, en el que se registra la proporción de población asintomática con muy alto riesgo cardiovascular en la que se puede cuantificar troponina T cardiaca ultrasensible, precisa una serie de matizaciones, importantes para los clínicos no familiarizados con los problemas agudos que podrían presentarse en la atención a estos pacientes.
En primer lugar, la troponina T cardiaca ultrasensible se detecta en la práctica totalidad de los pacientes de su registro. Hay que tener en cuenta que los verdaderos métodos ultrasensibles deberían detectar la troponina cardiaca en la mayoría de los sujetos sanos2. En este caso, la prueba de Roche Diagnostics con el inmunoanalizador Cobas 6000 presenta una proporción de entre el 40-50% de pacientes sanos con troponina cardiaca detectable3.
En segundo lugar, ya es conocido que el percentil 99 identifica mayor cantidad de pacientes en riesgo e incluso valores inferiores al percentil 99, pero detectables, poseen valor pronóstico respecto a eventos cardiacos adversos futuros4.
Además, hasta más de un 10% de los pacientes con enfermedad coronaria estable tienen valores por encima del percentil 99 de la población de referencia5. Incluso en la población general se aprecian elevaciones de troponina T cardiaca ultrasensible superiores al percentil 99 en más del 2%6.
Existen estudios de tratamiento del dolor torácico que promueven la posibilidad de una única determinación si el valor es indetectable (< 3 ng/l) si el paciente presenta riesgo isquémico bajo7.
Dada la importancia que tiene el percentil 99 para el tratamiento de estos pacientes con riesgo cardiovascular, deberá determinarse con la máxima exactitud, ya que existen diferencias según la prueba utilizada, y poniendo de relieve la importancia de la etnia, el sexo, la edad, la raza o el número de participantes en el estudio3.
Actualmente no hay recomendaciones universales sobre el modo de seleccionar a los sujetos de referencia, por lo que sería probable que estos valores no fueran adecuados, lo que añade mayor dificultad para un consenso en la toma de decisiones.
Otro aspecto que creemos necesario comentar en el texto sería la asociación con la mortalidad de estos pacientes. En la década de los noventa, se demostró entre los pacientes con angina inestable (creatincinasa MB negativa) que la elevación de la troponina cardiaca se asociaba a un incremento sustancial de la mortalidad hospitalaria8. Igualmente se ha ido demostrando en pacientes con insuficiencia cardiaca, hipertensión pulmonar o insuficiencia renal9,10.
Como bien concluyen los autores, la troponina T cardiaca ultrasensible se detecta en la práctica totalidad de los pacientes con riesgo cardiovascular asintomáticos, si bien sus resultados no serían extrapolables a una población con alto riesgo. Lamentablemente, entre los médicos ha surgido escepticismo sobre si el uso de troponina T cardiaca ultrasensible representa una mejora clínica significativa11, y preocupa que se realicen más pruebas e interconsultas para estos pacientes con elevación de troponina cardiaca.
Artículos como el comentado contribuyen a optimizar el tratamiento de los marcadores cardiacos en la comunidad médica.