Hemos leído con interés la carta «Sexo e infarto agudo de miocardio con elevación del ST», que comenta los resultados de los estudios de Sambola et al.1 y nuestro trabajo2.
Las aparentes contradicciones entre ambos pueden tener estas causas: a) nuestro estudio se basa en datos de un registro oficial auditado, el Registro Codi IAM de Cataluña, sobre un programa de reperfusión en infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST (IAMCEST) que priorizaba la angioplastia primaria (AP); b) la cohorte es una población homogénea con cardiopatía isquémica: pacientes con primer IAMCEST y diagnóstico final de infarto (se excluyó a un 20% con sospecha inicial), y la comparación de cohortes no homogéneas puede conllevar diferencias en la edad y la prevalencia de factores de riesgo; c) se descartó publicar la mortalidad hospitalaria por la alta tasa de transferencia desde el hospital de AP; al descartar a los pacientes transferidos (el 12% para Sambola et al.1), el perfil de los pacientes se sesga al alza; d) los datos brutos de mortalidad están influidos por la gran diferencia de edad entre sexos, por lo que se descartó su publicación y nos centramos en la mortalidad total aportada por el Instituto Nacional de Estadística; e) dadas la imposibilidad de incluir otros factores de riesgo (recogidos a partir de 2015) en los modelos y la importancia de la edad, se decidió aparear por edad; no se mostraron las odds ratio/hazardratio (OR/HR) de las variables de ajuste, ya que no deben interpretarse en modelos que evalúan el efecto específico de la variable de interés, en este caso el sexo; tampoco se describió las capacidades de discriminación y bondad de ajuste porque el objetivo no era obtener modelos predictivos, sino estimar el posible efecto del sexo en la mortalidad; en cualquier caso, área bajo la curva (AUC) a 30 días, 82,6% [84,2%-85,8%] y AUC a 1 año, 80,0% [77,8%-82,2%], y bondad de ajuste de Hosmer-Lemeshow, χ2=39,1; p <0,001 a 30 días y χ2=17,1; p=0,047 a 1 año, y f) los retrasos en el tratamiento deben considerarse también confusores del efecto del sexo; Sambola et al. describen una mortalidad menor en las mujeres tratadas en una red estructurada de reperfusión que fuera de ellas y, en 2015, último año común de ambos trabajos, la tasa de AP en el estudio de Sambola et al. fue del 51,7% de las mujeres frente al 68% de los varones, y en nuestro estudio la de AP <120 min fue del 65 frente al 71%.
Por todos estos factores, consideramos que: a) los estudios son difícilmente comparables; b) la mortalidad hospitalaria resulta muy variable en función del centro, la provincia y la comunidad autónoma de tratamiento; c) la estrategia de reperfusión estructurada en red produce beneficios en ambos sexos, más, si cabe, en las mujeres, y d) las desigualdades entre sexos detectadas en la mortalidad hace más de 20 años3 han quedado superadas gracias, en buena parte, al sistema de reperfusión estructurada, el Codi IAM en Cataluña, que concuerda con lo observado por nuestro grupo en otra cohorte de pacientes4.