Sr. Editor:
Hemos leído con atención la carta firmada por el Dr. Fernández Bergés y estamos de acuerdo con sus planteamientos. Solamente desearíamos añadir algunas puntualizaciones:
1. A pesar de que la mejoría es constante, en España la formación de médicos, estudiantes de medicina, paramédicos y población general para identificar y tratar un paro cardíaco presenciado es insuficiente; no está regulada ni controlada. Puede y debe mejorar1,2. El mismo problema existe en casi todos los países.
2. La formación correcta del testigo del paro y la rapidez y cualificación de los sistemas de urgencia extrahospitalaria no son suficientes para mejorar el pronóstico3. Hacen falta nuevas estrategias, más efectivas que las actuales. Entre éstas se encuentran:
- Identificación y tratamiento adecuado de los pacientes de alto riesgo, principalmente mediante la utilización de revascularización miocárdica, desfibrilador implantable y bloqueadores beta4-8.
- Considerar todos los pacientes con dolor precordial como potenciales víctimas de muerte súbita inmediata, hasta que se descarte el diagnóstico de infarto agudo de miocardio9.
Ello implica la monitorización electrocardiográfica inmediata de todos los pacientes que acuden a las urgencias con dolor precordial.
- Instruir a la población sobre el peligro de muerte súbita ante ciertos síntomas (dolor precordial) y cómo pedir la ayuda adecuada10,11. La estrategia incluye la concienciación de la necesidad de saber cómo pedir ayuda antes de necesitarla.
- Disponibilidad de desfibriladores semiautomáticos en lugares públicos, junto con la formación adecuada de personal médico y no médico12. Esta medida, todavía polémica, puede convertirse en una de las estrategias más efectivas en la lucha contra la muerte súbita presenciada.
Algunas de las medidas pueden parecer obsesivas pero las actuales no son suficientes, lo que no resta importancia al esfuerzo y cualificación de los sistemas de urgencia extrahospitalarios, que en la mayor parte de las ocasiones simplemente no puede llegar a tiempo.