ISSN: 0300-8932 Factor de impacto 2023 7,2
Vol. 55. Núm. 10.
Páginas 1105 (Octubre 2002)

Muerte súbita, deporte y anomalías coronarias

Sudden Death, Sports Activities and Coronary Artery Anomalies

Roberto Barriales VillaaCésar Morís de la TassabManuel Penas Ladoa

Opciones

Sr. Editor:

Hemos leído con interés el editorial publicado por la Dra. Boraita1 sobre la muerte súbita y deporte y, en general, estamos de acuerdo con la mayoría de lo allí expresado. No obstante, pensamos que debería incluirse en los reconocimientos cardiológicos preparticipación deportiva (RCPD), un estudio ecocardiográfico especialmente dirigido al diagnóstico de las anomalías de las arterias coronarias.

En los deportistas americanos, las anomalías de las arterias coronarias son la segunda causa de muerte y en los italianos, la tercera2. En el artículo publicado en el mismo número de la Revista sobre las causas de muerte súbita asociada al deporte en España, las anomalías coronarias suponen un 3,2%, si bien hay que tener en cuenta las limitaciones expuestas por las autoras (no se recogen todos los casos de muerte súbita asociados al deporte y se desconoce el número de deportistas de competición o recreacionales)2. Como la Dra. Boraita recuerda refiriéndose a las anomalías coronarias, es cierto que la valoración del cribado resulta ciertamente desalentadora, pues puede no encontrarse ningún dato clínico, exploratorio ­e incluso presentar un electrocardiograma y una ergometría de esfuerzo completamente normales­ y encontrarnos ante una anomalía coronaria potencialmente letal. ¿Cómo excluir en un atleta de alta competición con total seguridad la presencia de una anomalía coronaria con una técnica no invasiva? La ecocardiografía transtorácica permite la identificación de los ostium de salida de ambas arterias coronarias, e incluso en alguna ocasión la identificación del trayecto inicial de ambas3. Así el ecocardiograma transtorácico ha sido ampliamente utilizado en la edad pediátrica4 e incluso en deportistas de élite3. Evidentemente las «malas ventanas ecocardiográficas» suponen la principal limitación de esta técnica incruenta. Sin embargo, debemos señalar que se trata de una población de estudio (jóvenes y deportistas) con baja prevalencia de «malas ventanas»3,4. También debemos tener en cuenta el gran desarrollo que han presentado los ecocardiógrafos en los últimos años, introduciendo dispositivos (p. ej., segundo armónico) que mejoran sensiblemente las imágenes obtenidas.

La pregunta se plantea cuando nos hallamos ante un deportista de alta competición con «mala ventana ecocardiográfica» que no nos permite excluir la presencia de una anomalía coronaria, ¿estarían indicadas más pruebas? Creemos que sí. Hay que tener en cuenta que nos referimos a una población joven, menor de 35 años, donde la presencia de una anomalía coronaria supone un riesgo añadido de muerte súbita5. Dependiendo de la experiencia del equipo que lo examine y de las preferencias del deportista, nos decantaríamos por la realización o bien de un ecocardiograma transesofágico6 (que va a superar todas las limitaciones del transtorácico) o bien por la realización de un TC helicoidal con contraste intravenoso7 (técnica accesible en la mayor parte de los hospitales de nuestro medio) o, si es posible, una angiorresonancia magnética8.

En conclusión, creemos que la correcta identificación de los ostium coronarios (con la ecografía transtorácica, o bien con las técnicas anteriormente expuestas en casos de duda), debe ser un aspecto que debería incluirse en los reconocimientos cardiológicos a los deportistas de alta competición. En el futuro, ¿se deberá incluir a toda la población que practique deporte organizado y recreacional intenso?

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