Sr. Editor:
La realización de profilaxis antibiótica para endocarditis infecciosa ha demostrado disminuir la incidencia de la misma en determinadas situaciones predisponentes. Sin embargo, se ha cuestionado su utilidad en algunas otras y ciertos autores han puesto en duda la necesidad de gran parte de estas recomendaciones1,2. La guía de práctica clínica de la Sociedad Española de Cardiología en endocarditis3, así como las recomendaciones de la American Heart Association4, dejan como opcional la realización de profilaxis en los pacientes que van a ser sometidos a endoscopia oral con o sin biopsia.
Recientemente atendimos a un paciente de 43 años de edad, portador de prótesis mitral Bjork Monostrut desde 1992 y anticoagulado con acenocumarol, que ingresó en nuestro hospital por hemorragia digestiva alta, sin síntomas previos. Se procedió a la realización de endoscopia oral sin profilaxis antibiótica, que puso de manifiesto la presencia de leiomioma duodenal ulcerado; no se tomó biopsia. Tres días después el paciente comenzó con fiebre superior a 38° C persistente, extrayéndose hemocultivos en los que se aisló Staphylococcus epidermidis en todas las muestras. Posteriormente se realizó ecocardiograma transesofágico que evidenció una vegetación de 4 mm de diámetro sobre la prótesis mitral. Con el diagnóstico de endocarditis sobre prótesis se realizó tratamiento antibiótico durante 6 semanas. Su evolución clínica fue favorable, quedando afebril tras iniciar el tratamiento y permaneciendo estable durante el mismo. Los hemocultivos posteriores fueron negativos y el paciente fue dado de alta pendiente de tratamiento quirúrgico del leiomioma duodenal.
Tradicionalmente se ha considerado la endoscopia oral como un procedimiento de bajo riesgo para el desarrollo de endocarditis, sobre la base de que la incidencia de bacteriemia inducida por la misma es relativamente baja (4-5%), en comparación con otras maniobras diagnóstico-terapéuticas y, además, los gérmenes encontrados con más frecuencia rara vez se asocian a endocarditis4. Por estos motivos, la práctica de una endoscopia digestiva alta se ha excluido como situación obligada para la realización de profilaxis de endocarditis en distintas recomendaciones clínicas, dejándose opcional su utilización en pacientes de alto riesgo3,4.
En nuestro paciente, la ausencia de otros factores predisponentes previos y el desarrollo clínico nos inducen a pensar que la realización de la endoscopia digestiva desempeñó un claro papel desencadenante de la endocarditis. Por otro lado se han descrito casos similares al nuestro5,6, en los que existe una relación evidente entre la maniobra digestiva y el desarrollo inmediato de endocarditis. Como explicación a ello, debemos tener presente que la incidencia de bacteriemia y el tipo de germen implicado tras una endoscopia pueden variar en función del desarrollo del procedimiento y el proceso patológico subyacente. Así, en estudios realizados en nuestro medio7 se obtiene una tasa de bacteriemia tras la endoscopia del 25%, ocasionada además por gérmenes como Staphylococcus y Streptococcus, directamente relacionados con endocarditis. Por otro lado, todos los autores están de acuerdo en considerar la existencia de prótesis valvulares como de alto riesgo para el desarrollo de endocarditis infecciosa. Afortunadamente, la evolución clínica de nuestro paciente fue favorable, pero la endocarditis infecciosa es una enfermedad con una elevada morbilidad y mortalidad, por lo que creemos que no se deben escatimar esfuerzos en su prevención.
Por todo ello, consideramos que en aquellos pacientes con alto riesgo de endocarditis se podría recomendar profilaxis antibiótica antes de la realización de endoscopia digestiva alta, en todos los casos y no de forma opcional. Asimismo, creemos que habrá que meditar con mucha cautela las evidencias científicas disponibles antes de rebajar las recomendaciones de profilaxis en la endocarditis infecciosa.