En los últimos años las unidades coronarias han evolucionado hacia verdaderas unidades de críticos cardiovasculares (UCIC)1, con un progresivo incremento en la complejidad de los pacientes, su carga de comorbilidad y el arsenal terapéutico disponible. Ello ha hecho necesario un mayor grado de especialización de los cardiólogos a cargo de dichas unidades, que requieren además un alto grado de interacción con otros profesionales para un tratamiento holístico y multidisciplinario de los pacientes (especialistas en insuficiencia cardiaca avanzada, electrofisiólogos, cardiólogos intervencionistas, cirujanos cardiacos y médicos de otras especialidades, como neumólogos, infectólogos, nutricionistas y otros). La atención a este tipo de pacientes hace cada vez más importante un alto grado de especialización y entrenamiento de los equipos médicos y de enfermería. Se ha descrito un mejor pronóstico en algunas situaciones clínicas complejas, como el shock cardiogénico, en centros de alto volumen de casos2 y unidades a cargo de cardiólogos especializados en críticos3 o la atención a la parada cardiaca extrahospitalaria.
A pesar de todo ello, más de la mitad de los ingresos en estas unidades siguen debiéndose a la cardiopatía isquémica aguda o alguna de sus complicaciones. El síndrome coronario agudo en algunas de sus formas, el shock cardiogénico, la tormenta arrítmica y en ocasiones la muerte súbita constituyen el núcleo fundamental de la actividad asistencial en las UCIC. Por otro lado, la imprescindible continuidad asistencial en las diferentes fases del proceso y la necesaria coordinación entre los diferentes participantes hacen fundamental el liderazgo del cardiólogo de críticos en todo este proceso. Está bien descrita, por ejemplo, la concentración de complicaciones trombóticas y hemorrágicas en los primeros días o semanas tras un síndrome coronario agudo4, así como la importancia de un abordaje precoz del control de los factores de riesgo, la orientación hacia programas de rehabilitación cardiaca y el ajuste de la dosis de fármacos neurohormonales de pacientes que han sufrido insuficiencia cardiaca.
Por todo ello, como miembros de la actual Junta de la Asociación de Cardiopatía Isquémica y Cuidados Agudos Cardiovasculares de la Sociedad Española de Cardiología, queremos dejar patente nuestra intención de continuar liderando el proceso asistencial del paciente con cardiopatía isquémica aguda en sus diferentes manifestaciones clínicas y complicaciones. Cabe reseñar asimismo nuestro compromiso con el trabajo multidisciplinario y una fluida relación con nuestros colegas arritmólogos, cardiólogos intervencionistas, cirujanos cardiacos o especialistas en insuficiencia cardiaca avanzada, entre otros. En nuestra opinión, solo este enfoque constructivo y multidisciplinario —con el liderazgo clínico de las UCIC— seguirá enriqueciendo el proceso asistencial en un perfil de pacientes tan complejo como apasionante. Por todo ello, queremos subrayar la primera mitad del nombre de nuestra asociación (cardiopatía isquémica) como forma de entender nuestra subespecialidad.
FINANCIACIÓNNinguna.
CONTRIBUCIÓN DE LOS AUTORESP. Jorge y A. Ariza-Solé han contribuido a la concepción, la redacción y la revisión del artículo.
CONFLICTO DE INTERESESNinguno.
Albert Ariza Solé, Presidente; Pablo Jorge Pérez, Presidente electo; Ana Viana Tejedor, vocal; Aitor Uribarri González, vocal, y Miriam Juárez Fernández, vocal.