ISSN: 0300-8932 Factor de impacto 2023 7,2
Vol. 66. Núm. 5.
Páginas 357-363 (Mayo 2013)

Artículo original
Pericardiotomía percutánea con balón como tratamiento inicial del derrame pericárdico grave de origen tumoral

Percutaneous Balloon Pericardiotomy as the Initial and Definitive Treatment for Malignant Pericardial Effusion

Juan Ruiz-García¿Santiago Jiménez-ValeroRaúl MorenoGuillermo GaleoteÁngel Sánchez-RecaldeLuis CalvoMar Moreno-YangüelaSebastián CarrizoSergio García-BlasJosé Luis López-Sendón

Opciones

Resumen
Introducción y objetivos

El derrame pericárdico tumoral presenta una elevada tasa de recurrencia tras la pericardiocentesis. Se busca confirmar la eficacia de la pericardiotomía percutánea con balón como tratamiento inicial de elección de estos derrames.

Métodos

Análisis retrospectivo de las características clínicas, ecocardiográficas y evolutivas de una serie monocéntrica y consecutiva de pericardiotomías percutáneas con balón en pacientes con enfermedad oncológica avanzada.

Resultados

Se han realizado 17 pericardiotomías percutáneas con balón en 16 pacientes (media de edad, 66,2 ± 15,2 años); 14 pacientes tenían confirmación anatomopatológica de enfermedad neoplásica metastásica; 3 habían requerido una pericardiocentesis previa, mientras que en los restantes la pericardiotomía percutánea con balón fue la primera intervención sobre el derrame. Todos los casos presentaban derrame circunferencial grave, y la mayoría tenían datos ecocardiográficos de compromiso hemodinámico. El éxito inicial se logró sin complicaciones agudas y con buena tolerancia en un primer intento. Durante el seguimiento (mediana, 44 [intervalo intercuartílico, 36-225] días) tampoco hubo complicaciones infecciosas. En 1 paciente se demostró la aparición de un derrame pleural significativo, que no precisó tratamiento. Fue necesario realizar una reintervención sobre el pericardio en 3 pacientes: dos ventanas pericárdicas quirúrgicas programadas y una segunda pericardiotomía percutánea con balón.

Conclusiones

La pericardiotomía percutánea con balón es un técnica sencilla y segura que puede resultar eficaz en un gran número de pacientes con derrame pericárdico tumoral grave para evitar que recurra. Por sus características, resultaría de especial utilidad en este grupo de pacientes para evitar abordajes más agresivos y peor tolerados.

Palabras clave

Cardiopatía estructural
Intervencionismo cardiaco percutáneo
Pericardiocentesis
Taponamiento cardiaco
Cuidados paliativos
Cáncer
INTRODUCCIÓN

La aparición de derrame pericárdico tumoral (DPT) en la evolución de la enfermedad oncológica es una complicación que empeora significativamente su pronóstico1,2 y que además puede resultar potencialmente fatal. Se ha observado que en general la supervivencia media de estos pacientes no supera los 5 meses1–4, por lo que en la mayoría de los casos parecería razonable realizar un manejo del derrame centrado en el alivio de los síntomas y en la prevención de las recurrencias.

Durante décadas la pericardiocentesis ha constituido el tratamiento habitual del DPT5 y actualmente todavía se sigue practicando un 25-44% de las pericardiocentesis intrahospitalarias a pacientes con este tipo de derrame1,2. No obstante, es sabido que la etiología neoplásica del derrame es un factor independiente de recidiva tras la pericardiocentesis2,6, y se alcanzan unas tasas de recurrencia de un 36-62%7,8, lo que implica que los pacientes con DPT tengan una probabilidad 5 veces mayor de requerir nuevas pericardiocentesis que los pacientes con derrame no tumoral1.

En 1991, Palacios et al9 describieron una nueva técnica percutánea para evitar dichas recidivas, consistente en crear una ventana pericárdica inflando un balón. A lo largo de estos años se ha mostrado su eficacia y su seguridad10–19, y recientemente se ha propuesto que la pericardiotomía percutánea con balón (PPB) podría ser el tratamiento inicial de elección en estos pacientes con DPT sintomático19.

MÉTODOS

Se han revisado retrospectivamente las historias clínicas y las imágenes ecocardiográficas y de escopia de los pacientes con sospecha o confirmación previa de DPT sometidos a PPB en nuestro centro. Se han recogido las variables clínicas cardiológicas y oncológicas, el resultado a corto y medio plazo del procedimiento y las complicaciones agudas derivadas, el índice de recurrencia del derrame y la necesidad de reintervención.

Procedimiento

Con sedoanalgesia superficial (midazolam 1-2 mg i.v. y morfina 2,5 mg i.v., repetidas ambas dosis antes del inflado del balón si es preciso), profilaxis antibiótica (cefazolina 1 g/8 h i.v, iniciada antes del procedimiento, con un total de tres dosis) y control por fluoroscopia, se accede al derrame pericárdico mediante abordaje percutáneo subxifoideo según la técnica convencional de pericardiocentesis. Inicialmente, tras extraer una mínima cantidad de derrame, se inyecta por el catéter de drenaje unos mililitros de contraste yodado para delimitar mejor el espacio pericárdico. A continuación, con el apoyo de una guía de intercambio de 0,035” y un introductor de 10-12 Fr, se coloca un balón de dilatación a través del pericardio parietal y se realizan varios inflados manuales hasta la desaparición total de la muesca creada por el pericardio en el balón. Se finaliza el procedimiento con la aspiración manual del líquido pericárdico, para lo cual se retira el balón de dilatación a través de la guía de intercambio y se vuelve a introducir el catéter de drenaje, sirviéndonos de las imágenes de fluoroscopia para dirigirlo hacia las zonas de derrame remanente. Antes de abandonar la sala de hemodinámica, se practica un ecocardiograma transtorácico para confirmar la ausencia de complicaciones y la desaparición del derrame pericárdico (fig. 1). En la gran mayoría de los casos, en ese momento se retira el drenaje, y se recomienda control radiológico a las 24-48 h y ecocardiográfico a las 48-72 h para descartar la aparición de derrame pleural significativo y la recurrencia del derrame pericárdico.

Figura 1.

Pericardiotomía percutánea con balón. A: acceso percutáneo subxifoideo al espacio pericárdico. B: inyección de 10-15 ml de contraste yodado. C: visualización del derrame pericárdico, silueta cardiaca (línea discontinua) y pericardio parietal (línea continua). D y E: inflados repetidos del balón para lograr el borrado progresivo de la muesca creada por el pericardio en el balón (flecha) hasta su total desaparición. F: resultado final tras la pericardiotomía con balón y el drenaje completo del derrame pericárdico. DP: derrame pericárdico.

(0.41MB).
RESULTADOSPacientes

Desde abril de 2008 se han realizado en nuestro centro 17 PPB en 16 pacientes con sospecha o confirmación previa de DPT. En la tabla 1 se recogen los características demográficas y clínicas de estos pacientes. La media de edad del grupo era 66,2 ± 15,2 (31-87) años y había 9 mujeres; tan sólo 1 paciente tenía historia cardiológica conocida; 13 pacientes tenían confirmación anatomopatológica previa de enfermedad oncológica, en otro paciente se obtuvo del estudio del líquido pericárdico extraído durante la PPB y en otros 2 se desestimó realizar más estudios en presencia de masas biliar e hiliar no filiadas que radiológicamente apuntaban a neoplasia. Los 14 pacientes con diagnóstico anatomopatológico estaban en estadio oncológico avanzado, con metástasis en diversos órganos además del pericardio. Tres pacientes habían requerido con anterioridad una pericardiocentesis por taponamiento cardiaco, y en ellos la PPB se realizó en un segundo tiempo por recurrencia del derrame, mientras que en los restantes 13 pacientes la PPB se realizó como primer tratamiento de su derrame pericárdico.

Tabla 1.

Características demográficas y clínicas de los pacientes

  Sexo  Edad (años)  Historia cardiológica  FEVI (%)  Historia oncológica  Metástasis  Pericardiocentesis previas 
51  No  65  Cáncer de mama  Pleurales 
76  IMC inferior  45  Cáncer renal  Pulmonares 
59  No  58  Cáncer de pulmón  Ganglionares, pulmonares, hepáticas, suprarrenales y cerebrales 
60  No  77  Cáncer de cérvix y pulmón  Óseas, pleurales 
31  No  71  Cáncer de pulmón  Ganglionares, mediastínicas y cerebral 
80  No  71  Cáncer de próstata  Óseas 
58  No  65  Cáncer no filiadoa  Óseas, pulmonares y cerebrales 
86  No  68  Masa vía biliarb   
68  No  65  Cáncer renal  Pulmonares 
10  74  No  65  Cáncer de laringe y pulmón  Mediastínicas 
11  76  No  62  Masa hiliarc   
12  87  No  55  Cáncer de pulmón  Suprarrenales, pulmonar 
13  79  No  65  Cáncer de próstata y colon  Pleurales 
14  48  No  65  Cáncer neuroendocrino de origen desconocido  Hepáticas 
15  69  No  65  Cáncer de pulmón  Óseas 
16  57  No  67  Cáncer de pulmón  Óseas 

FEVI: fracción de eyección del ventrículo izquierdo; IMC: infarto de miocardio crónico; M: mujer; V: varón.

a

En el estudio del líquido pericárdico extraído en la pericardiotomía percutánea, se obtuvieron células tumorales de origen pulmonar.

b

Sospecha radiológica de colangiocarcinoma con metástasis hepáticas en paciente con ictericia obstructiva.

c

Sospecha radiológica de carcinoma pulmonar con metástasis suprarrenales en paciente fumadora activa con masa hiliar derecha.

Ecocardiografía

La indicación para la PPB fue en todos los casos un derrame pericárdico circunferencial grave (también denominado como severo) (≥ 20 mm) (fig. 2). La gran mayoría de los pacientes tenían además diversos datos ecocardiográficos de compromiso hemodinámico. Cinco de los ecocardiogramas de control disponibles realizados en las primeras 72 h mostraban recurrencia de un derrame pericárdico moderado o grave, aunque tan sólo en 2 de ellos se observaban datos de compromiso hemodinámico. En 2 de estos 5 pacientes, la recurrencia del derrame fue en forma de derrame localizado no circunferencial (tabla 2).

Figura 2.

Ejemplo de derrame pericárdico tumoral circunferencial grave, tratado mediante pericardiotomía percutánea con balón (paciente 5) y su evolución a los 8 meses sin nuevas intervenciones. A y B: planos paraesternal y apical del derrame tumoral grave (40 mm) antes del tratamiento mediante pericardiotomía percutánea con balón. C y D: planos paraesternal y apical a los 8 meses, en los que se observa sólo un derrame pericárdico muy ligero.

(0.18MB).
Tabla 2.

Características ecocardiográficas de los derrames tumorales sometidos a pericardiotomía percutánea con balón

  Derrame pre-PPB (mm)  Datos ecocardiográficos de compromiso hemodinámico  Ecocardiograma < 72 h post-PPB 
30  Colapso AD y VD  Derrame moderado posterolateral, sin compromiso hemodinámico 
35  Variaciones respiratorias patológicas transmitrales  Sin derrame 
35  Colapso AD y VD y variaciones respiratorias patológicas transmitrales  Derrame mínimo 
25  Colapso AD, VD y AI  Derrame mínimo 
40  Colapso AD y VD y variaciones respiratorias patológicas transmitrales y transtricuspídeas  No disponiblea 
34  Colapso AD y VD y variaciones respiratorias patológicas transmitrales y transaórticas  Sin derrame 
25  Colapso AD, VD y AI  Derrame circunferencial ligero 
30  No presentes  Derrame circunferencial grave sin compromiso hemodinámico 
35  Colapso AD y variaciones respiratorias patológicas transmitrales  Derrame grave organizado, anterolateral, con colapso AD y variaciones respiratorias patológicas transmitrales menos acusadas 
10  27  Variaciones respiratorias patológicas transmitrales y transtricuspídeas  Derrame circunferencial ligero 
11  24  Colapso AD y VD y variaciones respiratorias patológicas transmitrales y transaórticas  No disponible 
12  25  Colapso AD y VD  Derrame mínimo 
13  39  Colapso AD y VD  No disponible 
14  50  Colapso AD, VD y AI  Derrame circunferencial grave (30 mm) sin compromiso hemodinámico 
15  22  Colapso AD y VD  Derrame circunferencial ligero 
16  20  Colapso AD y VD  Derrame circunferencial moderado (17 mm) con colapso parcial de cavidades derechasb 

AD: aurícula derecha; AI: aurícula izquierda; PPB: pericardiocentesis percutánea con balón; VD: ventrículo derecho.

a

Aunque a los 8 meses se disponía de un ecocardiograma que, sin nuevas intervenciones sobre el pericardio, muestra sólo un derrame pericárdico ligero.

b

Al mes de la segunda PPB, no presentaba derrame pericárdico.

Procedimiento

La PPB se llevo a cabo de forma programada en todos los casos, y en todos los pacientes se consiguió en un primer intento el éxito del procedimiento (definido como la desaparición total de la muesca en el inflado del balón y la ausencia de derrame pericárdico significativo al finalizar el caso). En la tabla 3 se muestra el tipo, la cantidad y el estudio anatomopatológico del derrame pericárdico evacuado, así como el tamaño de balón de dilatación usado en cada caso. No hubo ningún tipo de complicación aguda relacionada con la PPB dentro de la sala, y todos los pacientes presentaron buena tolerancia al procedimiento con la sedoanalgesia administrada.

Tabla 3.

Características del líquido pericárdico y los balones de dilatación utilizados

  Cantidad de líquido pericárdico extraído (ml)  Tipo de líquido pericárdico extraído  Estudio anatomopatológico del líquido pericárdico extraído  Balón de dilatación (ancho × largo) 
750  Hemático  Células tumorales de mama  18 mm × 3 cma 
1.400  Serohemático  Células tumorales renales  16 mm × 3 cma 
1.000  Serohemático  Células tumorales pulmonares  18 mm × 4 cmb 
550  Hemático  Células tumorales pulmonares  20 mm × 4 cmb 
1.500  Hemático  Células tumorales pulmonares  22 mm × 4 cmb 
950  Hemático  Sin células tumorales  20 mm × 4 cmb 
220  Serohemático  Células tumorales pulmonares  18 mm × 4 cmb 
850  Hemático  Sin muestra disponible  16 mm × 4 cmb 
650  Hemático  Sin muestra disponiblec  18 mm × 3 cmd 
10  550  Hemático  Sin muestra disponible  18 mm × 4 cmb 
11  700  Serohemático  Sin muestra disponible  18 mm × 4 cmd 
12  750  Serohemático  Células tumorales pulmonares  18 mm × 4 cmb 
13  1.000  Hemático  Células tumorales de colon  20 mm × 4 cmb 
14  1.000  Seroso  Sin células tumorales. Frotis inflamatorio  16 mm × 6 cmb 
15  700  Hemático  Células tumorales pulmonares  20 mm × 4 cmb 
16  700  Hemático  Células tumorales pulmonares  20 mm × 4 cmb 
a

Tyshak II® Balloon Dilatation Catheter (NuMED, Inc.; Hopkinton, Nueva York, Estados Unidos).

b

Maxi LD™ (Cordis Corporation, Johnson & Johnson Ltd.; Bridgewater, Nueva Jersey, Estados Unidos).

c

En la biopsia pericárdica obtenida en la ventana pericárdica quirúrgica realizada a las 72 h, se detectaron células tumorales renales.

d

Z-MED II™ Balloon Dilatation Catheter (NuMED, Inc.; Hopkinton, Nueva York, Estados Unidos).

Seguimiento

El seguimiento de los pacientes hasta agosto de 2012 o su fallecimiento fue una mediana de 44 [intervalo intercuartílico, 36-225] días. Durante la hospitalización que siguió a la PPB, no se documentó en ninguno de los casos fiebre u otro dato de infección atribuible al procedimiento. En un único caso (paciente 14), se demostró un agravamiento llamativo del derrame pleural izquierdo tras la PPB, aunque sin producir síntoma alguno, por lo que no fue necesario el drenaje (fig. 3). A pesar de que en el momento de realizarse la PPB tan sólo 1 paciente se encontraba en situación de taponamiento cardiaco franco, 12 pacientes refirieron mejoría de su estado general principalmente por la reducción de su disnea. En la evolución fue necesario realizar una nueva intervención sobre el pericardio en 3 pacientes. En 2 de ellos se realizó una ventana pericárdica quirúrgica de forma programada por recurrencia de un derrame pericárdico grave localizado. En el primero de ellos, la ventana quirúrgica se llevó a cabo pasados 79 días de la PPB por acumulación lentamente progresiva del derrame, mientras que en el segundo caso fue necesario realizarla a las 72 h de la PPB por rápida acumulación y datos ecocardiográficos de compromiso hemodinámico. Además, en un tercer caso (paciente 16), a pesar del éxito inicial del procedimiento y que la paciente refirió franca mejoría clínica las horas siguientes a la PPB, se nos solicitó la realización de una nueva PPB a las 48 h (balón de 22 mm × 4 cm; 350 ml de líquido hemático) por recurrencia de un derrame pericárdico circunferencial moderado (17 mm) y la clínica de disnea de reposo. Cabe destacar que al mes de esta segunda PPB no había derrame pericárdico en el ecocardiograma de control (tabla 4).

Figura 3.

Evolución radiológica tras la realización de una pericardiotomía percutánea con balón (paciente 14). A: radiografía de tórax, realizada 2 meses antes, sin hallazgos patológicos significativos. B: 1 día antes de la pericardiotomía percutánea con balón, se observaba un incremento muy importante del índice cardiotorácico. C: tras el procedimiento se demuestra por escopia y ecocardiografía la persistencia de un mínimo derrame pericárdico (flechas), con una pequeña cantidad de derrame pleural ocupando el seno costofrénico izquierdo. D: a las 48 h, es llamativo el incremento del derrame pleural izquierdo y derecho, con un índice cardiotorácico todavía aumentado; en ese momento había derrame pericárdico grave, aunque de menor cuantía que antes de la intervención. DPIe: derrame pleural.

(0.31MB).
Tabla 4.

Evolución de los pacientes sometidos a pericardiotomía percutánea con balón

  Estado en agosto de 2012  Seguimiento (días)  Reintervención sobre pericardio (tiempo tras PPB)  Motivo de reintervención sobre pericardio tras PPB 
Fallecido  150  Sí, ventana quirúrgica (79 días)  Recurrencia de derrame encapsulado grave localizado en cara anterolateral y ápex, con datos de compromiso hemodinámico 
Fallecido  340  No  — 
Fallecido  28  No  — 
Fallecido  208  No  — 
Fallecido  286  No  — 
Vivo  485  No  — 
Fallecido  276  No  — 
Fallecido  19  No  — 
Fallecido  46  Sí, ventana quirúrgica (72 h)  Recurrencia de derrame encapsulado grave localizado en cara anterolateral, con datos de compromiso hemodinámico 
10  Fallecido  74  No  — 
11  Fallecido  No  — 
12  Fallecido  40  No  — 
13  Fallecido  39  No  — 
14  Vivo  42  No   
15  Fallecido  No   
16  Vivo  40  Sí, nueva PPB (48 h)  Recurrencia de derrame circunferencial moderado, con datos de compromiso hemodinámico incipiente 

PPB: pericardiotomía percutánea con balón.

DISCUSIÓN

En el presente estudio se ha demostrado que la PPB permite, en un único, sencillo y rápido procedimiento percutáneo, tanto el drenaje completo del derrame como evitar en la mayoría de los casos nuevas reintervenciones. Con base en ello y el buen perfil de seguridad y tolerancia encontrados, consideramos que puede ser el tratamiento inicial de elección de todos los pacientes con derrame pericárdico grave y deterioro clínico o hemodinámico que sufran enfermedad oncológica avanzada que limite su esperanza de vida.

La prevalencia real del DPT es desconocida y varía en función del tipo de cáncer y el método diagnóstico empleado. El cáncer de pulmón continúa siendo la causa de la mayoría de los DPT1,4,19, y 8 de nuestros casos. Además, es muy probable que en los próximos años aumente significativamente la detección de DPT, dadas la incidencia creciente de cáncer y la generalización de las pruebas de imagen cardiaca. Muestra de ello es que la etiología tumoral es ya la primera causa de derrame pericárdico1 y taponamiento cardiaco3,6 en muchos hospitales.

Se hace así necesario establecer un plan de tratamiento del DPT sintomático en esta población de enfermos que (como confirma nuestra serie) tiene un pronóstico vital limitado1–4. A nuestro modo de ver, el método ideal debería ser sencillo, aliviar los síntomas, producir mínimas morbilidad y mortalidad, requerir corta hospitalización, condicionar un bajo número de reintervenciones sobre el pericardio y facilitar el diagnóstico etiológico del derrame.

La pericardiocentesis es el procedimiento clásico y más sencillo, aunque presenta el problema de su alta tasa de recurrencia y la necesidad de reintervenciones1,7,8. El drenaje pericárdico continuo consigue disminuir las recurrencias, pero aumenta significativamente la hospitalización y el riesgo de infección6,7. Los agentes esclerosantes exigen igualmente mantener el catéter de drenaje y la hospitalización durante varios días, y muchos de ellos causan intenso dolor20, arritmias y pericarditis constrictiva o efusivo-constrictiva21. Por último, la ventana pericárdica quirúrgica es un procedimiento más complejo, peor tolerado y asociado a importantes morbilidad y mortalidad relacionadas con la anestesia, la cirugía y el postoperatorio4,7, sin que tampoco muestre de manera constante una mayor precisión en el diagnóstico etiológico del derrame respecto a la pericardiocentesis convencional22. Si se tiene en cuenta además que hasta un 10% de los derrames pericárdicos tratados mediante ventana quirúrgica pueden requerir nuevas intervenciones por recurrencia en el primer mes23, así como que la PPB sea económicamente menos costosa que la pericardiocentesis seguida de ventana pericárdica quirúrgica18, es razonable pensar que esta última técnica no resultaría la más adecuada para el tipo de paciente ante el que nos encontramos.

La creación de una ventana pericárdica percutánea como alternativa a la cirugía se describió inicialmente9 como una técnica complementaria al drenaje pericárdico continuo en caso de que persista un débito > 100 ml/24 h durante 3 días, aunque ya en la segunda serie publicada10 el 50% de los pacientes se sometieron a una PPB como terapia inicial de su derrame sin que se observaran diferencias en sus resultados (ni en los de series posteriores11,15) respecto a los tratados inicialmente con drenaje continuo seguido de PPB. En ambos casos, la PPB evitaría las recurrencias facilitando el drenaje pericárdico a la cavidad pleural (fig. 3) y/o peritoneal —donde habría mayor capacidad de reabsorción— y promoviendo una posible fusión entre las capas pericárdicas10.

Como hemos descrito, la PPB es un procedimiento breve, sencillo y bien tolerado que, utilizando un pequeño abordaje percutáneo, logra aliviar mucho de sus síntomas sin requerir unos cuidados posteriores que prolonguen innecesariamente la estancia hospitalaria. Dadas la gravedad y la circunferencialidad de los DPT tratados (tabla 2, fig. 2), tampoco debe extrañar que, al igual que en series previas11–13,15,19, no haya habido complicaciones durante la PPB y que con la antibioterapia profiláctica propuesta10 tampoco hayamos tenido infecciones relacionadas con la PPB. Además, a diferencia de algunos estudios previos en que la incidencia de derrame pleural que precisaba drenaje tras la PPB era considerable10,15,17, en nuestra serie sólo se detectó un derrame pleural significativo que no precisó drenaje en su evolución, lo que probablemente se deba a la aspiración manual completa del DPT realizada antes de dar por finalizados nuestros casos.

Finalmente, en relación con la eficacia de la PPB, podría parecer elevado el número de reintervenciones sobre el pericardio realizadas en nuestros pacientes, si bien 2 de las 3 son resultado de la formación de un derrame encapsulado que probablemente no indique el fallo de la técnica, sino una de limitación de esta y de la propia ventana pericárdica quirúrgica.

CONCLUSIONES

En vista de la seguridad, la sencillez, la tolerabilidad y la eficacia mostradas, y con el objetivo último de paliar síntomas y proveer la máxima calidad de vida posible, concluimos que la PPB puede ser el tratamiento inicial de elección del DPT grave sintomático en el grupo de pacientes con enfermedad oncológica avanzada.

FINANCIACIÓN

El Dr. Juan Ruiz-García agradece la ayuda económica recibida de la Sociedad Española de Cardiología a través de la Beca de la Sección de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista para la Formación en Investigación Post Residencia del año 2011.

CONFLICTO DE INTERESES

Ninguno.

Bibliografía
[1]
H.L. Gornik, M. Gerhard-Herman, J.A. Beckman.
Abnormal cytology predicts poor prognosis in cancer patients with pericardial effusion.
J Clin Oncol, (2005), 23 pp. 5211-5216
[2]
T.S. Tsang, M. Enriquez-Sarano, W.K. Freeman, M.E. Barnes, L.J. Sinak, B.J. Gersh, et al.
Consecutive 1127 therapeutic echocardiographically guided pericardiocenteses: Clinical profile, practice patterns, and outcomes spanning 21 years.
Mayo Clin Proc, (2002), 77 pp. 429-436
[3]
J.C. Cornily, P.Y. Pennec, P. Castellant, E. Bezon, G. Le Gal, M. Gilard, et al.
Cardiac tamponade in medical patients: A 10-year follow-up survey.
Cardiology, (2008), 111 pp. 197-201
[4]
P.L. Wagner, E. McAleer, E. Stillwell, M. Bott, V.W. Rusch, W. Schaffer, et al.
Pericardial effusions in the cancer population: Prognostic factors after pericardial window and the impact of paradoxical hemodynamic instability.
J Thorac Cardiovasc Surg, (2011), 141 pp. 34-38
[5]
P.T. Vaitkus, H.C. Herrmann, M.M. LeWinter.
Treatment of malignant pericardial effusion.
JAMA, (1994), 272 pp. 59-64
[6]
A.M. Rafique, N. Patel, S. Biner, S. Eshaghian, F. Mendoza, B. Cercek, et al.
Frequency of recurrence of pericardial tamponade in patients with extended versus nonextended pericardial catheter drainage.
Am J Cardiol, (2011), 108 pp. 1820-1825
[7]
T.S. Tsang, J.B. Seward, M.E. Barnes, K.R. Bailey, L.J. Sinak, L.H. Urban, et al.
Outcomes of primary and secondary treatment of pericardial effusion in patients with malignancy.
Mayo Clin Proc, (2000), 75 pp. 248-253
[8]
R.J. Laham, D.J. Cohen, R.E. Kuntz, D.S. Baim, B.H. Lorell, M. Simons.
Pericardial effusion in patients with cancer: Outcome with contemporary management strategies.
Heart, (1996), 75 pp. 67-71
[9]
I.F. Palacios, E.M. Tuzcu, A.A. Ziskind, J. Younger, P.C. Block.
Percutaneous balloon pericardial window for patients with malignant pericardial effusion and tamponade.
Cathet Cardiovasc Diagn, (1991), 22 pp. 244-249
[10]
A.A. Ziskind, A.C. Pearce, C.C. Lemmon, S. Burstein, L.W. Gimple, H.C. Herrmann, et al.
Percutaneous balloon pericardiotomy for the treatment of cardiac tamponade and large pericardial effusions: Description of technique and report of the first 50 cases.
J Am Coll Cardiol, (1993), 21 pp. 1-5
[11]
M. Galli, A. Politi, F. Pedretti, B. Castiglioni, S. Zerboni.
Percutaneous balloon pericardiotomy for malignant pericardial tamponade.
Chest, (1995), 108 pp. 1499-1501
[12]
E. Di Segni, J. Lavee, E. Kaplinsky, Z. Vered.
Percutaneous balloon pericardiostomy for treatment of cardiac tamponade.
Eur Heart J, (1995), 16 pp. 184-187
[13]
W.H. Chow, T.C. Chow, A.S. Yip, K.L. Cheung.
Inoue balloon pericardiotomy for patients with recurrent pericardial effusion.
Angiology, (1996), 47 pp. 57-60
[14]
K. Ovunc, K. Aytemir, N. Ozer, E. Atalar, S. Aksoyek, N. Nazli, et al.
Percutaneous balloon pericardiotomy for patients with malignant pericardial effusion including three malignant pleural mesotheliomas.
Angiology, (2001), 52 pp. 323-329
[15]
H.J. Wang, K.L. Hsu, F.T. Chiang, C.D. Tseng, Y.Z. Tseng, C.S. Liau.
Technical and prognostic outcomes of double-balloon pericardiotomy for large malignancy-related pericardial effusions.
Chest, (2002), 122 pp. 893-899
[16]
L.F. Navarro Del Amo, M. Córdoba Polo, M. Orejas Orejas, T. López Fernández, M. Mohandes, A. Iñiguez Romo.
Pericardiotomía percutánea con balón en pacientes con derrame pericárdico recurrente.
Rev Esp Cardiol, (2002), 55 pp. 25-28
[17]
L.G. Del Barrio, J.H. Morales, C. Delgado, A. Benito, J. Larrache, A. Martinez-Cuesta, et al.
Percutaneous balloon pericardial window for patients with symptomatic pericardial effusion.
Cardiovasc Intervent Radiol, (2002), 25 pp. 360-364
[18]
F.M. Jalisi, A.P. Morise, R. Haque, A.C. Jain.
Primary percutaneous balloon pericardiotomy.
W V Med J, (2004), 100 pp. 102-105
[19]
N. Swanson, I. Mirza, N. Wijesinghe, G. Devlin.
Primary percutaneous balloon pericardiotomy for malignant pericardial effusion.
Catheter Cardiovasc Interv, (2008), 71 pp. 504-507
[20]
I. Lashevsky, R. Ben Yosef, D. Rinkevich, S. Reisner, W. Markiewicz.
Intrapericardial minocycline sclerosis for malignant pericardial effusion.
Chest, (1996), 109 pp. 1452-1454
[21]
C. Lestuzzi, C. Lafaras, A. Bearz, R. Gralec, E. Viel, A. Buonadonna, et al.
Malignant pericardial effusion: Sclerotherapy or local chemotherapy?.
Br J Cancer, (2009), 101 pp. 734-735
[22]
J.M. McDonald, B.F. Meyers, T.J. Guthrie, R.J. Battafarano, J.D. Cooper, G.A. Patterson.
Comparison of open subxiphoid pericardial drainage with percutaneous catheter drainage for symptomatic pericardial effusion.
Ann Thorac Surg, (2003), 76 pp. 811-815
[23]
N. Becit, Y. Unlu, M. Ceviz, C.U. Kocogullari, H. Kocak, Y. Gurlertop.
Subxiphoid pericardiostomy in the management of pericardial effusions: Case series analysis of 368 patients.
Heart, (2005), 91 pp. 785-790
Copyright © 2012. Sociedad Española de Cardiología
¿Es usted profesional sanitario apto para prescribir o dispensar medicamentos?