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Un varón de 70 años ingresó por síndrome coronario agudo con descenso de ST en derivaciones inferiores y elevación de troponina. La coronariografía mostraba lesión en la coronaria derecha media, tras un trayecto proximal tortuoso y calcificado (figura 1A). Con gran dificultad para el avance, se predilató con balón y se intentó avanzar un stent farmacoactivo con plataforma de acero 3×18mm, sin éxito. Al retirarlo, se detectó su pérdida en el segmento proximal de la coronaria derecha (figuras 1B y C).
Los intentos de recuperación del stent mediante un balón y un lazo resultaron infructuosos, y se optó por impactar el stent suelto, algo acortado por las maniobras realizadas, contra la pared de la arteria, con apoyo de un extensor de catéter y un segundo stent farmacoactivo de cromo-cobalto y 3×24mm por fuera del anterior, cubriendo la lesión distal. Tras el implante, la imagen angiográfica contrastada era óptima (figura 2A), pero la imagen en vacío del stent suelto era similar a la previa al implante del segundo stent (figuras 2B y C).
Se realizó una tomografía de coherencia óptica para explicar la imagen angiográfica y garantizar la correcta aposición/expansión (figuras 3A y B), y se objetivó que el segundo stent cubría y dejaba completamente apuesto a un segmento de la pared del vaso coronario el primer stent suelto (figuras 3C y D). Se indicó doble antiagregación por 1 año. Este caso demuestra la utilidad de las técnicas invasivas de imagen en situaciones en que la angiografía es insuficiente para decidir el tratamiento o comprobar el resultado tras una angioplastia complicada.