ISSN: 0300-8932 Factor de impacto 2023 7,2
Vol. 57. Núm. 6.
Páginas 499-506 (Junio 2004)

Deportes con alto grado de estrés físico afectan negativamente al perfil lipídico plasmático

Sports Requiring Stressful Physical Exertion Cause Abnormalities in Plasma Lipid Profile

Jonatan R RuizaJosé LM MesaaIgnacio MingoranceaAntonio Rodríguez-CuarteroaManuel J Castilloa

Opciones

Objetivos. Estudiar el efecto en el perfil lipídico plasmático de distintos tipos de deporte. Sujetos y método. Se midieron los valores plasmáticos basales de colesterol total (CT), colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad (cLDL), colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (cHDL), triglicéridos, fosfolípidos, apolipoproteínas (apo) A-I y B100, y lipoproteína (a) (Lp[a]), en 3 grupos de deportistas enrolados en competiciones nacionales (28 nadadores, 17 jugadores de voleibol y 23 futbolistas) así como en un grupo control (26 sujetos sedentarios sanos). Los puntos de corte utilizados para clasificar a los sujetos con cLDL o Lp(a) elevados fueron 128 y 32 mg/dl, respectivamente. Para el resto de las variables, los puntos de corte se establecieron en el tercer cuartil del grupo control, excepto para apo A-1 y cHDL, que se establecieron en el primer cuartil. Resultados. Los deportistas que practicaban deportes con un alto grado de estrés físico (futbolistas y jugadores de voleibol) presentaron un perfil lipídico menos favorable que los sujetos control. Por el contrario, los nadadores presentaban un perfil lipídico más favorable. La tasa de probabilidad (odds ratio) de tener anomalías del perfil lipídico era significativamente mayor para los jugadores de voleibol y los futbolistas, mientras que era inferior para los nadadores. En los primeros 2 grupos se observó una clara tendencia a presentar simultáneamente valores elevados de cLDL, apo B100 y Lp(a). Por el contrario, en los nadadores la interacción se producía en sentido inverso: valores bajos de los distintos parámetros. Conclusión. Según los resultados de este estudio, el ejercicio físico estresante influye negativamente en el perfil lipídico plasmático.

Palabras clave

Ejercicio
Estrés
Lípidos
Lipoproteínas

INTRODUCCIÓN

La práctica regular y moderada de ejercicio físico aeróbico se asocia a un saludable perfil lipídico plasmático1 y un menor riesgo de arteriopatía coronaria y mortalidad cardiovascular2,3. Los resultados de estudios transversales4,5 y longitudinales6 sugieren que el ejercicio físico aeróbico incrementa los valores plasmáticos de colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (cHDL) y reduce los valores plasmáticos de triglicéridos y colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad (cLDL). Sin embargo, varios estudios han mostrado resultados contradictorios respecto a ciertos tipos de ejercicio que conllevan un esfuerzo físico importante7-9, particularmente en relación con los valores de la lipoproteína (a) o Lp(a)10. Así, varios estudios no mostraron diferencias en los valores plasmáticos de Lp(a) entre sujetos entrenados y sedentarios11-13, mientras que otros estudios revelaron valores mayores de Lp(a) en sujetos entrenados1,14. También aparecen resultados contradictorios en estudios experimentales12,13,15. Varios factores pueden explicar estas discrepancias: el método de análisis de los lípidos y las lipoproteínas, la diferente condición física de los sujetos, los factores étnicos, el historial de entrenamiento o el tipo, el volumen y la intensidad del ejercicio que practican los sujetos, etc. A la presencia aislada de valores elevados de Lp(a) como consecuencia de la práctica de ejercicio físico de alta intensidad o estresante no se le atribuye mucha importancia clínica. Sin embargo, cuando los valores de Lp(a) junto con los de cLDL están elevados, el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular se incrementa exponencialmente10. La Lp(a) se ha identificado como un factor aterógeno y trombogénico16 que puede actuar sinérgicamente con otros factores de riesgo cardiovascular17-19. De hecho, el estudio de las interacciones entre la apolipoproteína B100 (apo B100), cLDL y Lp(a) es de interés en la caracterización del riesgo cardiovascular11,19.

Los objetivos del presente trabajo son: a) comparar el perfil lipídico plasmático de sujetos que practican distintos tipos de deporte que implican diferente grado de estrés físico, y b) caracterizar las posibles interacciones que pueda haber entre los parámetros más significativos del perfil lipídico plasmático y, en especial, la Lp(a).

SUJETOS Y MÉTODO

Se estudió a 3 grupos de deportistas que competían en los ámbitos nacional y regional en equipos de natación (n = 29), voleibol (n = 17) y fútbol (n = 23) y se los compararó con un grupo control integrado por sujetos sedentarios sanos (n = 26). Los sujetos del grupo control fueron seleccionados de forma que fueran comparables a los deportistas respecto a la edad, el sexo y las características antropométricas y sociológicas. Las características de los sujetos se presentan en la tabla 1. Todos los sujetos aceptaron participar en el estudio tras ser informados de sus características e interés científico. Los participantes completaron un cuestionario sobre sus hábitos de salud y alimentación. Todos estaban sanos, no tomaban ninguna medicación ni productos de herbolario que pudiesen influir en el perfil lipídico y se encontraban libres de enfermedad intercurrente. Todos ellos ingerían una dieta mediterránea propia de nuestro medio20 y no se apreciaron diferencias significativas de carácter cualitativo en su alimentación. Los sujetos fueron advertidos sobre la importancia de no realizar excesos dietéticos ni una ingesta importante de bebidas alcohólicas (2 bebidas/día máximo, ≤ 30 g de alcohol/día) durante las 2 semanas previas a la toma de muestras sanguíneas; tampoco debían realizar ningún esfuerzo físico extenuante durante las 48 h previas a la extracción sanguínea.

Las extracciones sanguíneas se realizaron tras un ayuno nocturno de unas 12 h y se determinó un perfil bioquímico y hematológico estándar, además del perfil lipídico plasmático. La toma de muestras se realizó en distintos momentos del año y no se observó acumulación específica en alguna época en concreto.

Historia de entrenamiento de los sujetos

Todos los sujetos completaron un cuestionario de actividad física relativo a los últimos 5 años. Los entrenadores suministraron información acerca de las características del entrenamiento (volumen, intensidad, número de sesiones por día y semana) y frecuencia de competición.

Los 28 nadadores seleccionados tenían licencia federativa desde hacía 10 ± 4,4 años, y participaban en competiciones nacionales y regionales. El volumen total de entrenamiento y competición era de 13,4 ± 2,1 h a la semana. El entrenamiento se dividía en un 90% de resistencia aeróbica y un 10% de trabajo de elasticidad y movilidad articular. Al principio de la temporada se realizaba trabajo de fuerza muscular con gomas. Las características del deporte se presentan en la tabla 2.

Los 17 jugadores de voleibol seleccionados tenían licencia federativa desde hacía 9,4 ± 1,5 años y participaban en la liga nacional de división de honor. En el momento del estudio, los jugadores entrenaban 1 vez al día durante 5 días a la semana, más el partido en fin de semana. El volumen de entrenamiento y competición era de 15,3 ± 2,2 h a la semana. El entrenamiento se dividía en un ~55% de entrenamiento intermitente de alta intensidad, con recuperación interseries prolongada. El resto del tiempo se dedicaba al desarrollo de la fuerza muscular mediante un trabajo específico de fuerza explosiva, principalmente de las piernas. Las características del deporte se presentan en la tabla 2.

Los 23 futbolistas seleccionados competían en la segunda división de la liga profesional de fútbol y practicaban este deporte durante los últimos 14,5 ± 3,1 años. En el momento del estudio, entrenaban 1 vez al día durante 4 días a la semana, excepto el miércoles, que hacían doble sesión, y 1 o 2 partidos de competición durante la semana y el fin de semana. El volumen de entrenamiento y competición era de 19,3 ± 2,5 h. El entrenamiento se dividía en un ~60% de entrenamiento intermitente de alta intensidad, con recuperaciones interseries cortas. El resto del tiempo se dedicaba al desarrollo de la fuerza muscular mediante trabajo específico de fuerza explosiva. El contacto físico, las caídas y los golpes durante el entrenamiento y la competición eran frecuentes, tal y como es habitual en este deporte. Las características del ejercicio se presentan en la tabla 2.

Debido a las características del entrenamiento y la competición de cada deporte (tabla 2), consideramos que los nadadores estaban sometidos a un ejercicio menos estresante, mientras que los futbolistas, debido a las características del juego y la competición (tabla 2), así como a los factores emocionales y ambientales que rodean a este deporte21, estaban sometidos a un ejercicio físico más estresante. Esta variable se consideró como una variable ordinal.

Estudio del perfil lipídico plasmático

Los valores plasmáticos de colesterol total (CT), cLDL y cHDL se midieron mediante método enzimático colorimétrico usando un autoanalizador Hitachi 911 (Roche Diagnostics; Indianapolis, Estados Unidos). Los valores de apo A-I, apo B100 y Lp(a) se determinaron mediante nefelometría cinética (Array 306, Beckman Coulter® Inc.; Fullerton, Estados Unidos). Puesto que los valores de Lp(a) se pueden alterar dependiendo del tiempo que permanezca el suero en refrigeración12, éste no permaneció más de 4 h a temperatura ambiente ni más de 4 días en refrigeración (2-8 °C).

Valoración de las interacciones de Lp(a)

Los sujetos fueron agrupados en 4 categorías en función de los valores plasmáticos de Lp(a) (valor de corte, 32 mg/dl) y cLDL (valor de corte, 128 mg/dl). Además, los sujetos se agruparon en otras 4 categorías en función de los valores plasmáticos de Lp(a) (valor de corte, 32 mg/dl) y los valores plasmáticos de CT/cHDL (el valor de corte fue el tercer cuartil de los sujetos control). Por lo tanto, se analizaron 2 interacciones: Lp(a) y cLDL, y Lp(a) y CT/cHDL. Finalmente, se creó una categoría adicional con los sujetos que presentaban valores elevados de Lp(a), cLDLc y CT/cHDLc.

Valoración de las interacciones de la apo B100

Los sujetos fueron agrupados de acuerdo con 4 categorías en función de los valores de apo B100 (valor de corte correspondiente al tercer cuartil de los sujetos control) y Lp(a) (valor de corte, 32 mg/dl). Además, los sujetos se agruparon en otras 4 categorías en función de los valores plasmáticos de apo B100 (valor de corte, tercer cuartil de los sujetos control) y los valores plasmáticos de cLDL (valor de corte, 128 mg/dl). Por lo tanto, se analizaron 2 interacciones: apo B100 y Lp(a), y apo B100 y cLDL. Finalmente, se creó una categoría adicional con los sujetos que presentaban valores elevados de apo B100, Lp(a) y cLDL.

Análisis estadístico

La hipótesis de normalidad fue contrastada mediante el test de Shapiro-Wilk. Para la comparación de variables no normales, se utilizó la prueba de Kruskal-Wallis. Para la comparación de variables normales, se utilizó el análisis de la varianza (ANOVA) para una vía. Para comprobar la homogeneidad de la varianza, se utilizó el test de Levenne. Cuando las varianzas fueron homogéneas, se utilizó la prueba post hoc de Tukey HSD, y para las varianzas no homogéneas, se utilizó la prueba post hoc de Games-Howell. Los valores descriptivos se muestran como medias ± desviación estándar en las variables normales, mientras que las no normales y con una asimetría < ­0,5 o > 0,5 fueron expresadas como media geométrica ± desviación estándar. Se calculó la odds ratio (OR) para cada grupo de deportes mediante el método de Mantel-Haenszel, considerándose a los nadadores, futbolistas y jugadores de voleibol (como grupos expuestos) y los sedentarios (como grupo no expuesto). Los grados elevados de factores de riesgo cardiovascular se consideraron cuando se situaban por encima de los puntos de corte (Lp[a], 32 mg/dl; cLDL, 128 mg/dl)17-19. Para el resto de las variables, los puntos de corte se establecieron en el tercer cuartil de los sujetos sedentarios sanos, excepto para la apo A-I y el cHDL, cuyos valores de corte se fijaron en el primer cuartil. Para determinar la relación entre el tipo de ejercicio físico y los factores de riesgo cardiovascular, se utilizó el test de tendencias. El nivel mínimo de significación fue fijado para α = 0,05 en todos los casos, excepto en la prueba de Shapiro-Wilk, en el que fue fijado α = 0,20. Los intervalos de confianza (IC) se calcularon al 95%.

RESULTADOS

En la tabla 1 se representan las características de los sujetos participantes en el estudio. Debido a los criterios de selección, los grupos no difirieron entre sí salvo en lo referente al ejercicio físico que practicaban. Como se aprecia en la tabla 2, el grado de sobrecarga muscular o esfuerzo físico es mayor en el grupo de futbolistas y menor en el grupo de nadadores.

En las tablas 3 y 4 se muestran, respectivamente, el perfil lipídico y los cocientes aterógenos de los 3 grupos de deportistas y del grupo control. Aunque el perfil lipídico de los distintos grupos puede considerarse dentro del rango de referencia para su edad y sexo, se aprecian diferencias significativas entre los distintos grupos de sujetos. Así, los valores plasmáticos de lípidos y lipoproteínas (tabla 3) y los cocientes aterógenos (tabla 4) de los nadadores fueron significativamente más saludables que los valores que presentaron los jugadores de voleibol y fútbol. Los futbolistas presentaron mayores valores plasmáticos de Lp(a) que cualquier otro grupo, incluido el grupo control (tabla 3). Los nadadores presentaron, a su vez, valores mayores de apo A-I que cualquier otro grupo y valores menores de apo B100 y cLDL que los jugadores de voleibol o los futbolistas (tabla 3). En el mismo sentido van diversos cocientes aterógenos.

En la figura 1 se presenta la tasa de probabilidad (OR) de tener alterado el perfil lipídico (siempre en relación con el grupo control). Este análisis pone claramente de manifiesto que los sujetos que practicaban natación se encuentran en clara ventaja, esto es, tienen un perfil lipídico más saludable, mientras que los que practicaban voleibol o fútbol se encuentran en clara desventaja. Estos últimos tenían una probabilidad particularmente alta de ver afectado negativamente su perfil lipídico plasmático. Se puede decir, por tanto, que a mayor grado de estrés físico, mayor riesgo de tener un peor perfil lipídico de riesgo cardiovascular.

Fig. 1. Se representa la odds ratio de tener elevado un factor lipídico de riesgo cardiovascular en los grupos de sujetos que se indican. Los cuadrados son los valores de la odds ratio y las barras de error expresan el intervalo de confianza del 95%. apo: apolipoproteína. cHDL: colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad; cLDL: colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad; CT: colesterol total. *Valor de la p resultante del test de tendencias. 

Las interacciones de la Lp(a) y la apo B100 con otros factores lipídicos de riesgo cardiovascular se presentan en la tabla 5. Los nadadores no muestran tendencias a presentar valores elevados de Lp(a) o apo B100 asociados a valores elevados de cLDL, CT/cHDL. Por el contrario, los jugadores de voleibol presentan una clara tendencia a tener elevados los valores de Lp(a) y apo B100 asociados a valores elevados de cLDL, CT/cHDL, lo que resulta todavía más llamativo en los jugadores de fútbol. Además, tanto los jugadores de voleibol como los futbolistas tuvieron una OR significativamente baja para tener simultáneamente bajos valores plasmáticos de Lp(a) y cLDL, de Lp(a) y CT/cHDL, o de Lp(a) y apo B100. Por tanto, el test de tendencias muestra que la OR de tener alteraciones negativas en las interacciones del perfil lipídico plasmático resultaron directamente asociadas al incremento del ejercicio físico estresante (tabla 5 y fig. 1).

DISCUSIÓN

Este estudio analiza el perfil lipídico plasmático de deportistas que compiten en los ámbitos regional y nacional, que practican deportes con diferente grado de estrés físico, como natación, voleibol o fútbol. Los deportistas sometidos a mayor estrés físico (fútbol) presentaron alteraciones negativas en los cocientes aterógenos. Las interacciones de la Lp(a) y la apo B100 con otros factores de riesgo cardiovascular confirmaron la posible alteración del perfil lipídico en este grupo de deportistas. Además, estas alteraciones se asociaron de forma directa y significativa con el grado de estrés físico al que estaban sometidos los distintos grupos de deportistas.

Algunas de estas alteraciones lipídicas concuerdan con los resultados de otros estudios realizados en sujetos sometidos a ejercicio físico estresante, cHDL y cLDL13,22,23, apo A-I22,23 o Lp(a)24-27. No obstante, éste es el primer estudio que analiza las interacciones de la Lp(a) y la apo B100 con otros factores de riesgo cardiovascular.

No disponemos de una explicación contrastada que explique este fenómeno. Sin embargo, es bien sabido que el ejercicio intenso, particularmente si es de tipo excéntrico y se acompaña de golpes y caídas28, provoca la liberación de citocinas proinflamatorias29-31, las cuales se asocian a alteraciones en el metabolismo32,33. Además, las endotoxinas (lipopolisacárido [LPS]), un componente de la pared celular de la bacteria gramnegativa, puede mediar en la respuesta inflamatoria de varios trastornos celulares. Las cantidades de LPS en sujetos sanos en reposo es inapreciable; sin embargo, los valores circulantes de LPS aumentan tras un ejercicio físico estresante34. También se ha demostrado que los LPS pueden causar alteraciones metabólicas de los lípidos incrementando la actividad de la enzima 3 hidroximetilglutaril coenzima A reductasa y disminuyendo la actividad y los valores de ARN mensajero de la colesterol 7-α hidrolasa35,36.

Debido a las escasas o nulas contracciones excéntricas, contactos o caídas que se dan en natación, la respuesta aguda de las citocinas y las endotoxinas puede estar disminuida. Esto elimina las alteraciones negativas en el metabolismo de los lípidos que estas moléculas causan. Además, el carácter aeróbico del entrenamiento de los nadadores estudiados puede ser el causante de los efectos saludables observados en el perfil lipídico de estos sujetos.

La aterosclerosis es una enfermedad progresiva caracterizada por la acumulación de lípidos y elementos fibrosos en las grandes arterias. Su etiología es de muy difícil definición, pero entre los factores de riesgo se incluye un negativo perfil lipídico, el rozamiento mecánico del flujo sanguíneo por las paredes arteriales37, conocido como fluid shear stress, y la susceptibilidad oxidativa de las lipoproteínas38,39. Según esto, el negativo perfil lipídico encontrado en los sujetos de nuestro estudio y en otros8,10,40 podría estar contrarrestado por algunas adaptaciones mediadas por el ejercicio físico. Entre éstas, destaca una mejorada capacidad antioxidante y fibrinolítica, además de un disminuido fluid shear stress41-43. Esto plantearía la posibilidad de elevar los valores de corte para clasificar a los deportistas que compiten a nivel nacional, a priori expuestos a factores lipídicos de riesgo cardiovascular. Son necesarios más estudios para corroborar esta hipótesis. En el momento actual, no se dispone de evidencias científicas que muestren si los deportistas con un elevado grado de estrés físico (p. ej., futbolistas o jugadores de rugby) presentan una mayor incidencia de cardiopatía isquémica.

Los resultados observados adquieren un enorme interés en los practicantes eventuales de deportes estresantes con un alto componente excéntrico, contactos y caídas (p. ej., fútbol, rugby, baloncesto) cuyo objetivo es mejorar su condición física en los fines de semana43. Debido a la baja condición física que caracteriza a este sector de población, su capacidad antioxidante y fibrinolítica, así como el fluid shear stress, podrían no estar optimizados. Por lo tanto, las alteraciones negativas en el perfil lipídico causadas por el ejercicio físico estresante podrían no estar contrarrestadas por estos factores protectores, lo que conduciría a un incremento del riesgo aterotrombogénico. Son necesarios estudios prospectivos para corroborar esta hipótesis.

CONCLUSIONES

En conclusión, la práctica de deportes con alto componente de estrés físico (p. ej., fútbol, voleibol) se acompaña de unos valores plasmáticos de lípidos y lipoproteínas más desfavorables. Por el contrario, deportes con bajo grado de estrés físico (p. ej., natación) tienen un efecto favorable sobre el perfil lipídico plasmático.

Véase Editorial


Correspondencia: Dr. J. Ruiz Ruiz.

Departamento de Fisiología. Facultad de Medicina.

Universidad de Granada.

Avda. de Madrid, s/n. 18012 Granada. España.

Correo electrónico: ruizj@ugr.es

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