Palabras clave
Los receptores de adhesión desempeñan una función esencial en el mantenimiento fisiológico de la integridad tisular regulando numerosos procesos, tales como activación, migración, crecimiento, diferenciación y muerte celulares1,2, mediante la transducción directa de señales y la modulación de otras cascadas de señalización intracelular desencadenadas por diferentes factores de crecimiento3. Las interacciones celulares son esenciales para la regulación de la hematopoyesis4,5 y la respuesta inflamatoria6,7. Por ello, las moléculas de adhesión están particularmente implicadas en una gran variedad de trastornos cardiovasculares que cursan con inflamación, como los procesos de aterogénesis y progresión de la placa aterosclerótica, el infarto de miocardio, el daño por isquemia-reperfusión o el rechazo de trasplantes, y en menor medida en la estenosis valvular y la cardiomiopatía.
El funcionamiento coordinado de los receptores de adhesión, el citoesqueleto y las moléculas de señalización es crucial para la extravasación leucocitaria, un proceso central en la respuesta inmunitaria. Así, la correcta integración de señales «del exterior al interior» y «del interior al exterior» en leucocitos y endotelio durante cada paso de la extravasación es fundamental para permitir la consecución de este fenómeno, el llamado paradigma multisecuencial6,8 (fig. 1). La extravasación leucocitaria tiene lugar no sólo durante la respuesta inflamatoria, sino también durante la recirculación de los linfocitos a los órganos linfoides secundarios, pero este último proceso no será objeto de análisis en esta revisión.
Fig. 1. La cascada de adhesión. La imagen de microscopio electrónico de barrido muestra una monocapa endotelial humana tratada con estímulos proinflamatorios en la que se han perfundido linfocitos y monocitos humanos de sangre periférica con flujo fisiológico (1,8 din/cm2). Varios leucocitos no polarizados han establecido contacto con el endotelio y han sido captados durante el proceso de rodamiento. También se muestra un linfocito que ha conseguido adherirse firmemente al endotelio y ha cambiado drásticamente su morfología de redondeada a polarizada.
INTERACCIONES INICIALES ENTRE LEUCOCITOS CIRCULANTES Y EL ENDOTELIO: CAPTURA Y RODAMIENTO MEDIADO POR SELECTINAS Y SUS LIGANDOS
Los leucocitos circulantes en el torrente sanguíneo deben establecer contacto con la pared vascular y adherirse a ella soportando fuerzas de cizallamiento para iniciar la respuesta inflamatoria. El contacto (tethering) y el rodamiento de los leucocitos sobre el endotelio activado son los primeros pasos del proceso secuencial de extravasación, seguidos de la adhesión firme y la migración transendotelial. Estos contactos iniciales están mediados esencialmente por selectinas y sus ligandos, y requieren que haya flujo para ser eficientes9. Aunque las selectinas y sus ligandos tienden a interaccionar con afinidad variable, la elevada frecuencia de asociación-disociación de sus interacciones les permite mediar contactos lábiles y transitorios entre leucocitos y endotelio10,11. Estos contactos producen la disminución de velocidad de los leucocitos y permiten su rodamiento sobre la superficie endotelial, favorecen las ulteriores interacciones mediadas por integrinas y sus ligandos aumentando la adherencia de los leucocitos, lo que finalmente los detiene en la pared vascular12.
Las selectinas (P, E y L) son glucoproteínas transmembrana de tipo I que se unen a hidratos de carbono fucosilados y sialilados presentes en sus ligandos, de forma dependiente de Ca2+. La selectina L se expresa en la mayoría de los leucocitos, mientras que la E y la P se expresan en células endoteliales activadas por estímulos proinflamatorios, y en el caso de la selectina P también es expresada por plaquetas activadas (revisado por Barreiro et al13). Aparte de la interacción de la selectina L leucocitaria con la selectinas P y E endoteliales, la proteína PSGL1 tiene un papel dominante como ligando de las tres selectinas. De hecho, la unión de PSGL1 a las selectinas E y P promueve la interacción de los leucocitos con el endotelio, mientras que la unión de PSGL1 a la selectina L permite la interacción entre leucocitos, por la cual los leucocitos adheridos facilitan la captura de otros leucocitos circulantes en zonas de endotelio inflamado, independientemente de que éstos expresen ligandos para las selectinas endoteliales14, proceso denominado reclutamiento secundario. Aparte de PSGL1, las selectinas también pueden unirse a otras glucoproteínas, como CD44 o ESL1 en el caso de la selectina E. Cada ligando parece desempeñar un papel diferencial durante el proceso de captura de neutrófilos. Así, PSGL1 es el principal ligando implicado en la captura inicial de los leucocitos, mientras que ESL1 es necesario para convertir las uniones transitorias iniciales en un rodamiento más lento y estable. Por último, CD44 controla la velocidad de rodamiento e interviene en la polarización de PSGL1 y selectina L, probablemente para permitir el reclutamiento secundario15. Las plaquetas también pueden actuar como reclutadores secundarios de leucocitos debido a su capacidad de interaccionar con ellos y con el endotelio simultáneamente. Además, son capaces de secretar quimiocinas que se inmovilizan en la superficie luminal endotelial favoreciendo el proceso de adhesión16.
Aparte de las selectinas y sus ligandos, las integrinas α4β1 y α4β7 —a través de su interacción con VCAM-1 y MAdCAM-1 respectivamente— pueden mediar de manera independiente estos contactos iniciales17-19. Por otra parte, la interacción LFA-1/ICAM-1 coopera con la función de la selectina L estabilizando la fase de contacto transitorio y disminuyendo la velocidad de rodamiento20,21.
La localización topográfica de los receptores de adhesión es necesaria para su correcto funcionamiento durante el tráfico leucocitario22. Por ello, las selectinas, sus ligandos y las integrinas α4 se encuentran agrupadas en los extremos de los microvillide los leucocitos. Por otra parte, el anclaje de las selectinas al citoesqueleto de actina mediante proteínas como alpha-actinina o ERM es necesario para su adecuado funcionamiento23-26.
Se ha demostrado que la selectinas activan múltiples rutas de señalización, que conectan con procesos como la reorganización del citoesqueleto de actina, tales como la cascada de MAPK, p56lck, Ras o Rac2 (revisado por Barreiro et al13). Por otra parte, PSGL-1 activa también diferentes rutas de señalización intracelular que tienen un efecto inductor de la activación de los leucocitos aumentando la expresión de diferentes moléculas que están implicadas en los pasos siguientes del proceso de extravasación y en funciones efectoras, así como un papel inesperado en la inducción de funciones tolerogénicas en células dendríticas27-30.
PAPEL CENTRAL DE LAS INTEGRINAS LEUCOCITARIAS Y SUS LIGANDOS ENDOTELIALES EN LOS PROCESOS DE ACTIVACIÓN, PARADA, ADHESIÓN FIRME Y LOCOMOCIÓN
El tráfico de los leucocitos a través de los diferentes tejidos y órganos y su interacción posterior con otras células inmunitarias son esenciales para el desarrollo de las inmunidades innata y adquirida31. Las integrinas son moléculas fundamentales en la migración celular que controlan las interacciones intercelulares y célula-matriz extracelular durante la recirculación y la inflamación. Una de sus características más importantes estriba en la regulación de su actividad adherente, independientemente de su grado de expresión en membrana32. Así, los leucocitos circulantes en sangre mantienen sus integrinas en conformación inactiva para evitar contactos inespecíficos con paredes vasculares no inflamadas, pero cuando encuentran un foco inflamatorio, se produce una rápida activación in situ de sus integrinas33. Como en el caso de las selectinas, la distribución espacial de las integrinas y sus ligandos en estructuras de membrana especializadas es esencial para su funcionamiento adecuado. Esta organización topográfica requiere una precisa regulación del citoesqueleto para permitir el reclutamiento de intermediarios de señalización y segundos mensajeros que desencadenen la activación celular34,35.
Las integrinas constituyen una familia de 24 receptores heterodiméricos, compuesto cada uno de ellos por una subunidad α y otra β. Son moléculas que regulan dinámicamente sus propiedades adhesivas mediante cambios conformacionales (afinidad), así como por redistribución espacial en la superficie celular (avidez)36. Las observaciones recientes predicen la existencia de tres estados conformacionales (plegado con baja afinidad, extendido con afinidad intermedia y extendido con alta afinidad)37,38. Las integrinas más relevantes para la adhesión leucocitaria al endotelio son miembros de la subfamilia β2, particularmente LFA-1 (CD11a/ CD18 o αLβ2) y la integrina específica de linaje mieloide Mac-1 (CD11b/CD18 o αMβ2), así como las integrinas α4 VLA-4 (α4β1) y α4β7. La mayoría de sus ligandos son proteínas transmembrana que pertenecen a la superfamilia de las inmunoglobulinas. LFA-1 puede unirse a cinco moléculas de adhesión intercelular (ICAM-1 a ICAM-5), aunque las más relevantes son ICAM-1 e ICAM-339. ICAM-1 se expresa en leucocitos, células dendríticas y células epiteliales. Además, su expresión es baja en células endoteliales quiescentes y aumenta con estímulos proinflamatorios40. ICAM-3 se expresa constitutivamente en todos los leucocitos41. Un ligando adicional de LFA-1 es la molécula de adhesión de uniones intercelulares JAM-A, que se concentra selectivamente en la región apical de las uniones estrechas endoteliales y se redistribuye parcialmente a la cara apical del endotelio con ciertos estímulos proinflamatorios42. Por otra parte, Mac-1 interacciona con ICAM-1, JAM-C y el receptor RAGE43,44. La integrina VLA-4 interacciona con VCAM-145, que es una molécula de adhesión que se expresa de novo tras la activación endotelial46 y también se une a JAM-B47. Además, VLA-4 interacciona con ADAM-28, fibronectina, osteopontina, trombospondina, el factor de coagulación von Willebrand y la proteína bacteriana invasina48. Finalmente, la integrina α4β7, aparte de interaccionar con VCAM-1 y fibronectina, reconoce específicamente MAdCAM-1, un receptor expresado en los tejidos linfoides de las mucosas19.
Modulación de la actividad de las integrinas mediada por quimiocinas
Durante el establecimiento de los contactos iniciales con el endotelio vascular, los leucocitos disminuyen su velocidad de rodamiento y se activan al encontrar quimiocinas inmovilizadas y ligandos de integrinas expuestos en la superficie apical endotelial. Este paso de activación permite la parada y la adhesión firme de los leucocitos al endotelio en condiciones de flujo fisiológico49,50. La activación del leucocito implica un marcado cambio morfológico: la célula redondeada circulante se transforma en una célula promigratoria con morfología polarizada, en la cual se distinguen al menos dos regiones, el frente de avance y el urópodo51. La polarización del leucocito permite a la célula la coordinación de las fuerzas intracelulares para producir la locomoción celular necesaria durante el proceso de extravasación52.
Las quimiocinas unidas a los glucosaminoglucanos de la membrana apical endotelial actúan señalizando a través de receptores acoplados a proteínas G (GPCR) localizados en los microvilli del leucocito, induciendo una gran variedad de señales «del interior al exterior» en fracciones de segundo, que conducen a múltiples cambios conformacionales en las integrinas53-55. La complejidad y el corto margen de tiempo de los mecanismos de señalización inducidos por las quimiocinas que controlan la activación de integrinas son compatibles con la existencia de redes proteínicas compartimentadas y preformadas («señalosomas») en los leucocitos56. La presencia de quimiocinas específicas en diferentes lechos vasculares contribuye a orquestar el reclutamiento selectivo de las diferentes subpoblaciones leucocitarias a los focos inflamatorios o a los órganos linfoides secundarios57. Además, las quimiocinas pueden producir un efecto diferencial en integrinas específicas dentro del mismo microambiente58.
Modulación de la afinidad de las integrinas mediada por sus ligandos
Tras la activación inducida por las quimiocinas, la conformación de las integrinas cambia de manera reversible de inactiva (plegada) a extendida con afinidad intermedia. Este evento prepara a la integrina para unirse a su ligando endotelial. Las integrinas que contienen un dominio I insertado en sus subunidades α sufren un ulterior cambio conformacional tras la unión a ligando, que culmina en la activación total de la integrina y la parada del leucocito59-61. Por lo tanto, el estado conformacional de alta afinidad para la parada inmediata del leucocito en el endotelio requiere de las quimiocinas inmovilizadas y los ligandos de integrinas una inducción bidireccional55,62. Sin embargo, las integrinas α4, que contienen un dominio I-like en sus cadenas β, pueden interaccionar espontáneamente con sus ligandos endoteliales sin estimulación quimiotáctica previa17.
La señalización inducida por la unión a ligando conlleva la separación de las regiones citoplásmicas de las subunidades de la integrina, lo que favorece su asociación con el citoesqueleto cortical de actina. Las integrinas α4 se asocian fundamentalmente a través de paxilina y las β2 a través de talina, filamina y otras moléculas estructurales. Además, la unión al ligando aumenta el reclutamiento de integrinas adicionales para incrementar la adhesión firme del leucocito en condiciones de estrés de flujo63. Este agrupamiento de integrinas depende de la liberación de su anclaje al citoesqueleto de actina, que está mediada por la proteincinasa C (PKC) y calpaína, para aumentar su movilidad lateral en la membrana64. Además, se ha descrito recientemente el papel de Rap-1 y su activador CalDAG-GEFI, así como la acción coordinada de kindlina-3 con talina en la activación de integrinas para mediar la adhesión firme leucocitaria en diferentes tipos celulares hematopoyéticos65,66. En relación con la organización espacial de las integrinas, se ha señalado la existencia de nanoagrupamientos de LFA-1 no unidos a ligando en la membrana plasmática de los leucocitos, que promueven la formación eficiente de los microagrupamientos inducidos por unión a ligando67,68.
Por otra parte, varios estudios indican que el estrés de flujo también regula las integrinas reforzando sus enlaces e incluso aumentando su afinidad69,70. La integración de la señalización derivada de las quimiocinas y las fuerzas externas para favorecer la transmigración se ha definido como el fenómeno de quimiorreotaxis71.
Regulación de la locomoción de los leucocitos por integrinas
Las señales implicadas en la adhesión firme de los leucocitos al endotelio mediadas por integrinas deben ser atenuadas y debilitar los contactos originales lo suficiente para permitir la migración del leucocito hacia un sitio apropiado para iniciar el proceso de transmigración endotelial. Las integrinas β2 parecen tener una implicación importante en este proceso de locomoción, ya que su bloqueo o el de sus ligandos genera migración al azar, fallo de posicionamiento en las uniones interendoteliales y diapedesis defectuosa72. Los estudios in vivo utilizando ratones genéticamente modificados deficientes en LFA-1 o Mac-1 claramente delinearon mecanismos fundamentalmente diferentes para cada una de estas integrinas β2. Mientras la adhesión firme está mediada por LFA-1, la locomoción depende de Mac-1; ambos procesos contribuyen a una eficiente migración73. Tras su activación por unión a ligando, las integrinas regulan diferentes efectores de contractilidad de miosina, GTPasas remodeladoras de actina y moléculas implicadas en la regulación de la red de microtúbulos tanto en el frente de avance como en el urópodo. Así, la integración de señales generadas en ambos polos celulares conduce a un movimiento coordinado del leucocito34.
Papel funcional de las moléculas de adhesión endoteliales VCaM-1 e ICaM-1 en la captura de leucocitos
Las moléculas VCAM-1 e ICAM-1, miembros de la superfamilia de las inmunoglobulinas, son las principales moléculas de adhesión endotelial implicadas en la unión a las integrinas VLA-4 y LFA-1, respectivamente45,74. Solamente ICAM-1 se expresa escasamente en el endotelio quiescente, mientras que se induce la expresión de ambas moléculas tras la activación celular por citocinas proinflamatorias tales como la interleucina (IL) 1 y el factor de necrosis tumoral (TNF) alfa40,46. Además, se ha descrito la unión de VCAM-1 e ICAM-1 al citoesqueleto de actina a través de dos miembros de la familia ERM, ezrina y moesina75,76. Estas moléculas funcionan como conectores de la membrana con el citoesqueleto de actina regulando la morfogénesis cortical y la adhesión celular.
Se ha estudiado la dinámica de VCAM-1 e ICAM-1 en células HUVEC (células primarias de vena de cordón umbilical) activadas con TNF durante el proceso de interacción leucocito-endotelio. Se ha observado que, tras la parada de los leucocitos en el endotelio, la unión de VCAM-1 e ICAM-1 con sus ligandos desencadena la reorganización del citoesqueleto cortical endotelial de actina y genera una estructura tridimensional de anclaje que rodea el leucocito y previene la desunión de los leucocitos adheridos en condiciones de flujo fisiológico. Dicha estructura contiene gran acumulación de dichos receptores de adhesión, así como las proteínas ezrina y moesina activadas. La estructura endotelial de anclaje se sostiene por el citoesqueleto de actina, proteínas entrecruzantes de actina tales como alpha-actinina, proteínas típicas de adhesiones focales como talina, paxilina y vinculina y proteínas nucleadoras de actina. También, segundos mensajeros tales como PI(4,5)P2 o la ruta de señalización Rho/160ROCK son importantes para la generación y el mantenimiento de la estructura endotelial de anclaje75 (fig. 2). Además, ambos receptores, ICAM-1 y VCAM-1, se agrupan de manera conjunta en la estructura endotelial de anclaje, aunque uno de ellos no se encuentre unido a su correspondiente ligando. Este reclutamiento conjunto también es independiente del anclaje del citoesqueleto de actina y de la formación de heterodímeros ICAM-1/VCAM-1, ya que se debe a la inclusión de VCAM-1 e ICAM-1 en microdominios ricos en tetraspaninas, que actúan como plataformas endoteliales de adhesión especializadas77 (fig. 2). Las tetraspaninas son pequeñas proteínas que atraviesan cuatro veces la membrana y se asocian lateralmente a través de su segundo dominio extracelular con otras proteínas integrales de membrana, regulan su función y forman dominios multiproteínicos en la membrana plasmática. Se les ha implicado en varias funciones celulares, entre otras migración, adhesión intercelular homotípica y heterotípica, así como presentación antigénica, infección viral y fusión de gametos78-82.
Fig. 2. Papel activo del endotelio durante la extravasación. La imagen de microscopio electrónico de barrido muestra la organización de los receptores de adhesión endotelial en nanoagrupamientos en la membrana apical (plataformas endoteliales de adhesión; la tinción corresponde a ICAM-1 usando anticuerpos acoplados a oro coloidal). Cuando un leucocito establece contacto con el endotelio, los receptores endoteliales de adhesión se concentran en la llamada estructura de anclaje endotelial, que mantiene el leucocito firmemente adherido e impide que se separe por la fuerza del flujo que ha de soportar.
Mediante el empleo de técnicas de microscopía analítica innovadoras, se han caracterizado las propiedades difusivas, la organización a escala nanométrica y las interacciones moleculares específicas dentro de los microdominios en células endoteliales primarias vivas. Este análisis ha proporcionado evidencias convincentes sobre la existencia de las plataformas endoteliales de adhesión como entidades físicas en la membrana plasmática distintas de las balsas lipídicas77. La microscopía electrónica de barrido en muestras tratadas con un péptido bloqueador específico de las tetraspaninas pone de manifiesto el nanoagrupamiento o avidez de VCAM-1 e ICAM-1 inducido por las plataformas endoteliales de adhesión como un nuevo mecanismo de organización supramolecular que regula la eficiente capacidad adhesiva de ambos receptores endoteliales de adhesión a sus receptores, las integrinas leucocitarias77. La relevancia funcional de la inclusión de ICAM-1 y VCAM-1 en microdominios de tetraspaninas en las células endoteliales se ha demostrado mediante el uso de una estrategia experimental con ARN interferente frente a las tetraspaninas CD9 y CD151 en células endoteliales humanas primarias y mediante el bloqueo por competición con péptidos de fusión GST que contienen la segunda región extracelular de CD983. Por lo tanto, la inclusión de ICAM-1 y VCAM-1 en dominios de tetraspaninas es necesaria para su adecuado funcionamiento en condiciones dinámicas estrictas como el estrés de flujo. No solamente VCAM-1 e ICAM-1 interaccionan con microdominios de tetraspaninas, sino también otros receptores de adhesión tales como JAM-A, PECAM-1, ICAM-2 o CD44. Así pues, podría postularse que los microdominos de tetraspaninas actuarían como plataformas especializadas que organizarían de manera constitutiva en la membrana los receptores de adhesión apropiados para la rápida cinética y eficiente consecución del proceso de extravasación leucocitaria77.
Los receptores endoteliales de adhesión VCAM-1 e ICAM-1 son capaces de transmitir señales tras su unión con el ligando. La molécula VCAM-1 está implicada en la apertura de las uniones interendoteliales para facilitar la extravasación de los leucocitos. De hecho, VCAM-1 induce la activación de la NADPH oxidasa (NOX2 posiblemente) y la producción de especies reactivas de oxígeno (ROS) de manera dependiente de la GTPasa Rac, con la consiguiente activación de metaloproteinasas de matriz y pérdida de la adhesión mediada por VE-cadherina debido a la fosforilación de beta-catenina por Pyk-284-89, lo que favorece el proceso de extravasación. Por otra parte, VCAM-1 e ICAM-1 son capaces de inducir un rápido incremento de las concentraciones de Ca2+ intracelular, produciendo la activación de Src cinasa y la consecuente fosforilación de cortactina90-93. ICAM-1 también puede activar RhoA induciendo la formación de fibras de estrés y la fosforilación de FAK, paxilina y p130Cas, que a su vez están implicados en rutas de señalización que implican a JNK y p3894-97, que incrementan la permeabilidad endotelial y conllevan un aumento de la migración transendotelial leucocitaria. También se ha descrito la inducción de la transcripción de c-fos y rhoA vía ICAM-196. Finalmente, ICAM-1 también puede inducir su propia expresión y la de VCAM-1, actuando como un mecanismo de regulación para facilitar la transmigración leucocitaria98.
INTEGRINAS Y SUS LIGANDOS DURANTE LA TRANSMIGRACIÓN ENDOTELIAL
Durante la transmigración endotelial (TEM), las uniones endoteliales se deshacen parcialmente evitando el daño de la monocapa o importantes cambios de permeabilidad. Así, las membranas del leucocito y el endotelio se mantienen en estrecho contacto durante la diapedesis y, posteriormente, las membranas endoteliales vuelven a sellar sus conexiones.
Una vez que los leucocitos encuentran un sitio apropiado para transmigrar (preferentemente en las uniones intercelulares), extienden seudópodos exploratorios entre dos células endoteliales adyacentes. A continuación, los seudópodos evolucionan a una lamela que va atravesando el espacio abierto en la monocapa. Durante este proceso, la molécula LFA-1 es la integrina que tiene el papel preponderante. Esta molécula se relocaliza rápidamente, formando un agrupamiento en forma de anillo en la interfaz de contacto entre leucocito y endotelio, donde interacciona con ICAM-199 y, en algunos otros modelos celulares, con JAM-A100. Cuando el proceso de transmigración concluye, LFA-1 se concentra finalmente en el urópodo101. Otras proteínas implicadas en el proceso de transmigración son ICAM-2, JAM-B, JAM-C, PECAM-1 (CD31), ESAM, CD99, etc. Muchas de ellas son capaces de interaccionar homofílica y heterofílicamente manteniendo las uniones interendoteliales o las interacciones leucocito-endotelio102-105.
En el proceso de la transmigración leucocitaria, además de la ruta clásica de diapedesis, en la que los leucocitos cruzan a través de uniones interendoteliales (ruta paracelular), cada vez hay más indicios de que habría una ruta alternativa, en la que los leucocitos podrían migrar a través de células endoteliales individuales (ruta transcelular) sin perturbar las uniones interendoteliales. Este proceso tiene lugar preferencialmente en la microvasculatura, la barrera hematoencefálica o en vénulas de endotelio alto de los órganos linfoides secundarios, por contraposición a la macrovasculatura106-108. Las observaciones recientes sobre el mecanismo de este proceso de migración transcelular indican que inicialmente los leucocitos generan podosomas invasivos dependientes de la actividad de Src cinasa y de WASP para palpar la superficie endotelial, que después evolucionan para formar el poro transcelular. En el endotelio es necesaria la fusión de membranas regulada por calcio y complejos que contienen SNARE, así como el aporte necesario de membrana mediado por orgánulos vacuolovesiculares108. También se ha descrito la translocación de ICAM-1 a caveolas tras la adhesión leucocitaria y la posterior formación de una especie de canal multivesicular, que contiene ICAM-1 y caveolina-1, alrededor del seudópodo leucocitario que penetra a través de la célula endotelial. Ambas proteínas, ICAM-1 y caveolina, siguen el paso de todo el leucocito moviéndose hacia la membrana endotelial basal109. Además, la proteína de filamentos intermedios vimentina también parece tener un papel importante en la ruta transcelular110. Recientemente se ha descrito la existencia in vivo de estructuras endoteliales en forma de cúpula que cubren al leucocito durante la migración transendotelial111. Estas observaciones parecen indicar que las estructuras endoteliales de anclaje podrían llegar a ser cúpulas que envolvieran totalmente los leucocitos en la cara luminal del endotelio, lo que permitiría la rotura de la membrana basolateral sin poner en peligro la función de barrera endotelial.
LAS TERAPIAS BASADAS EN LA ANTIADHESIÓN
Los avances en nuestro conocimiento de los mecanismos moleculares que subyacen a la migración celular y la cascada de la extravasación han dado lugar a la identificación de moléculas diana para terapias antiadhesión para inflamación. Así, los anticuerpos monoclonales contra las cadenas α4 y αL han mostrado un efecto beneficioso muy claro en diferentes modelos animales de estados inflamatorios y autoinmunitarios, así como en enfermedades humanas como la esclerosis múltiple, la enfermedad inflamatoria del colon y la psoriasis. Resultados similares se han obtenido en modelos animales con diferentes péptidos sintéticos de VLA-4.
Los prometedores resultados obtenidos en estos estudios con animales han llevado a diferentes grupos y empresas farmacéuticas dedicadas al desarrollo de nuevos fármacos a la realización de ensayos clínicos. A este respecto, un anticuerpo monoclonal humanizado anti-VLA4 ha mostrado un claro efecto terapéutico en las recidivas de la esclerosis múltiple112 y la enfermedad de Crohn113. Otros usos potenciales de este tipo de anticuerpos monoclonales terapéuticos serían en enfermedades inflamatorias y/o autoinmunitarias de gran incidencia en la población general, como la artritis reumatoide, el asma y la diabetes mellitus tipo 1114,115. Como en el caso de VLA-4, se ha observado que el anticuerpo monoclonal anti-LFA-1 tiene un efecto terapéutico significativo en humanos, ya que un monoclonal anti-αL humanizado ha sido aprobado para la terapia de formas de psoriasis de moderadas a graves116.
No hay duda de que los anticuerpos monoclonales terapéuticos dirigidos contra las moléculas de adhesión o coestimuladoras representan un gran paso en la terapia de la inflamación y las enfermedades autoinmunes. Sin embargo, estos agentes biológicos, tales como los anticuerpos monoclonales contra las cadenas α4 y αL de integrinas leucocitarias están dirigidos contra receptores con múltiples funciones biológicas diferentes: la generación de una respuesta inmunitaria, la diferenciación de los linfocitos a Th1/Th2117, la fase efectora de las células inmunitarias y la extravasación de los leucocitos a los focos inflamatorios, entre otras. Además, es evidente que algunos anticuerpos monoclonales pueden actuar como moléculas agonistas, con lo que se generan señales intracelulares tras la unión a su antígeno. De esta manera, la administración a largo plazo de este tipo de fármacos terapéuticos podría tener consecuencias inesperadas e incluso indeseadas. Sería muy importante tener en cuenta toda la información derivada tanto de los estudios básicos como de los trabajos preclínicos para guiar adecuadamente los ensayos clínicos futuros con este tipo de agentes biológicos (revisado por González Amaro et al118).
Por otra parte, también se han probado numerosas terapias antiinflamatorias contra distintas moléculas diana en el endotelio. Se ha demostrado la eficacia del bloqueo de la selectina P contra el daño producido durante procesos de isquemia-reperfusión (trasplante, trombosis, ictus, etc.), así como los efectos beneficiosos de anticuerpos anti-ICAM-1 para prevenir lesiones reestenóticas en modelos animales, que emergen como posibles terapias en humanos119-120. También existen numerosos estudios de enfermedades autoinmunes o inflamatorias crónicas en los que se aplicaron terapias basadas en anticuerpos anti-TNF, anti-VCAM-1 o anti-ICAM-1. Nuestras investigaciones apuntan a las tetraspaninas y, concretamente, a CD9 como una potencial diana antiinflamatoria general, que podría regular la función adhesiva de múltiples receptores de adhesión y resultar más efectiva que la inhibición individualizada de cada uno de ellos. Sin embargo, la tetraspanina CD9 tiene una expresión ubicua en el organismo, por lo que la liberación de fármacos bloqueadores dirigidos contra CD9 debería realizarse de manera localizada y restringida a la zona de inflamación. Es necesario llevar a cabo estudios previos utilizando ratones modificados genéticamente y carentes de la expresión de CD9 y otras tetraspaninas para esclarecer si esta hipótesis es plausible. En este sentido, se ha descrito recientemente el papel de la tetraspanina CD81 endotelial como posible marcador diagnóstico y terapéutico de aterogénesis en humanos. La expresión de CD81 en la cara luminal del endotelio aumenta en los estadios iniciales de la enfermedad, por lo que podría desempeñar un papel crucial en la formación de la placa aterosclerótica al favorecer la adhesión de monocitos en una etapa anterior al estallido de la respuesta inflamatoria121.
Sección patrocinada por el Laboratorio Dr. Esteve
Financiado por el proyecto RD06/0014-0030 de la Red Temática de Investigación Cooperativa en Enfermedades Cardiovasculares RECAVA. El CNIC está sustentado por el Ministerio de Sanidad y Consumo y la Fundación Pro-CNIC.
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Correspondencia: Prof. F. Sánchez-Madrid.
Servicio de Inmunología. Hospital Universitario de la Princesa. Universidad Autónoma de Madrid.
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