ISSN: 0300-8932 Factor de impacto 2023 7,2
Vol. 12. Núm. C.
Páginas 26-32 (Junio 2012)

Tratamiento de las dislipemias en situaciones especiales

Treatment of Dyslipidemia in Specific Clinical Contexts

Iñaki Lekuona GoyaMiren Morillas Bueno

Opciones

Resumen

Se podría definir la comorbilidad como el conjunto de enfermedades de un determinado paciente no relacionadas con el diagnóstico principal que tienen implicaciones trascendentes en la mortalidad, los resultados clínicos, la proporción de complicaciones, la clase funcional, las estancias hospitalarias y la intensidad del tratamiento. La comorbilidad es habitual en los pacientes dislipémicos y, como en otros, ocasiona modificaciones en la atención que reciben. En este sentido, es deseable que el cardiólogo conozca las indicaciones de tratamiento y los objetivos en las diferentes situaciones clínicas en que un paciente dislipémico puede presentarse, no solo en función de su riesgo total, sino de otras condiciones como la diabetes mellitus y el síndrome metabólico o la enfermedad renal crónica, o en situaciones concretas comunes como el síndrome coronario agudo, la insuficiencia cardiaca, el trasplante, las enfermedades autoinmunitarias o las infecciosas como el virus de la inmunodeficiencia humana. Es también importante conocer los aspectos más relevantes de las dislipemias familiares más comunes, por el elevado riesgo cardiovascular que comportan y por las evidencias que señalan que el diagnóstico y el tratamiento precoz cambian muy significativamente el pronóstico.

Palabras clave

Dislipemia familiar
Comorbilidad
Diabetes mellitus
Síndrome metabólico
Enfermedad renal crónica
Ictus
Síndrome coronario agudo
Dislipemias familiares

Las dislipemias familiares se caracterizan por elevaciones importantes de los lípidos plasmáticos y tienen estrecha relación con la enfermedad cardiovascular. Es muy frecuente encontrar concentraciones elevadas de colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad (cLDL) y triglicéridos (TG) o valores bajos de colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (cHDL) en varios miembros de una misma familia. Se recomienda confirmar el diagnóstico mediante criterios clínicos y estudios genéticos. Es importante llevar a cabo una evaluación inicial mediante técnicas de imagen para detectar precozmente una posible aterosclerosis. Las dislipemias más aterogénicas se exponen a continuación.

Hipercolesterolemia familiar

Para el diagnóstico de la hipercolesterolemia familiar se recomienda emplear los criterios MedPed1 (tabla 1) (Organización Mundial de la Salud) utilizados por la Fundación Hipercolesterolemia Familiar. También se puede utilizar los criterios holandeses2 o los del Registro Simon Broome3.

Tabla 1.

Criterios diagnósticos de hipercolesterolemia familiar heterocigota (MedPed/OMS)1

  Criterio  Puntuación 
Historia familiarFamiliar de primer grado con EC prematura y/o familiar de primer grado con cLDL > p95 
Familiar de primer grado con xantoma tendinoso y/o < 18 años con cLDL > p95 
Historia clínicaPaciente con EC prematura 
Paciente con EVP (cerebral o periférica) 
Examen físicoXantomas tendinosos 
Arco corneal < 45 años 
cLDL (mg/dl)>330 
250–329 
190–249 
155–189 

cLDL: colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad; EC: enfermedad coronaria; EVP: enfermedad vascular periférica.

Diagnóstico: definitivo, > 8; probable, 6–8; posible, 3–5, no diagnóstico, < 3.

Existen dos tipos de hipercolesterolemia familiar, la heterocigota y la homocigota. La primera afecta a 1/500 europeos. Se encuentran cifras muy elevadas de cLDL, del orden de 200-400mg/dl. La mayoría se debe a una mutación del receptor de LDL. En ocasiones se deben a mutaciones de la proproteína convertasa subtilisina/kexina 9 (PCSK9) y de apolipoproteína B (apoB). Las concentraciones de TG suelen ser normales o algo elevadas en adultos obesos. El riesgo cardiovascular que comporta esta enfermedad puede reducirse sustancialmente con el tratamiento hipolipemiante temprano. La mayoría de las personas que padecen la enfermedad presentarán una afección coronaria sintomática antes de los 60 años y la mitad de los varones y una sexta parte de las mujeres habrán fallecido antes de esta edad. Los pacientes tratados adecuadamente antes de que sufran enfermedad coronaria tienen normal la expectativa de vida.

El tratamiento consiste no solo en unos hábitos de vida cardiosaludables, con especial hincapié en la dieta, evitar el tabaco y la toma de fármacos hipolipemiantes, sino también en el acceso a exploraciones que puedan detectar una enfermedad aterosclerótica subclínica. Generalmente se debe tratar a los pacientes en unidades de lípidos. Se utilizan estatinas a altas dosis (I/C) combinadas con inhibidores de la absorción del colesterol o resinas para alcanzar cifras de cLDL < 100mg/dl (IIa/C), y en los pacientes de mayor riesgo, cifras < 70mg/dl, que a veces no son fáciles de alcanzar.

Las guías de práctica clínica recomiendan que se sospeche clínicamente la enfermedad cuando produce manifestaciones de enfermedad cardiovascular prematura en varones menores de 50 años y mujeres menores de 60 o sujetos con familiares afectados jóvenes o con historia familiar de hipercolesterolemia. Se recomienda confirmar el diagnóstico mediante análisis del ADN. Asimismo se recomienda el estudio familiar; sobre todo se debe diagnosticar lo antes posible a los hijos de padres con esta alteración, y se debe educarlos en los hábitos cardiosaludables y ofrecerles tratamiento farmacológico al final de la niñez o al comienzo de la adolescencia.

La forma homocigota es muy rara pero extremadamente grave, ya que si no se trata, lleva a muerte o infarto en la adolescencia o la juventud. Los fármacos más utilizados son las estatinas a altas dosis en combinación con otros fármacos. En ocasiones se precisa aféresis de cLDL o inhibidores de la proteína de transferencia de TG microsomales o fármacos «antisense apoB».

Hiperlipemia familiar combinada

Suele aparecer después de los 20 años y cursa con elevaciones variables del colesterol total (250–350mg/dl) y los TG (150–500mg/dl); tiene fenotipo cambiante en el tiempo tanto en el paciente como en los familiares de primer grado (el 50% afectados). Es habitual que se asocie a sobrepeso, hipertransaminasemina por esteatosis hepática, hiperglucemia, hiperuricemia y cHDL bajo; con frecuencia cumple los criterios de síndrome metabólico. Los xantomas, xantelasmas y el arco corneal son raros. Es típica la elevación de la apoB (por encima de 130mg/dl), lo que la diferencia de la hipertrigliceridemia familiar, aunque este punto de corte para el diagnóstico no está universalmente aceptado.

Disbetalipoproteinemia

Tiene un fenotipo ApoE2/E2, pero para su expresión clínica es preciso que coexista otro proceso (diabetes mellitus [DM], hipotirodismo, obesidad, alcoholismo u otra dislipemia). Tiene gran variabilidad analítica con la dieta y presenta elevaciones paralelas de colesterol total (300–500mg/dl) y TG (300–800mg/dl). La clave diagnóstica es la relación colesterol unido a lipoproteínas de muy baja densidad (cVLDL)/ TG totales aumentada (> 0,28mg/dl). Suele aparecer después de los 20 años sin que haya historia familiar. Son frecuentes los xantomas y son patognomónicos los palmares estriados y los xantelasmas.

En la tabla 2 se consignan las enfermedades genéticas del metabolismo de las lipoproteínas.

Tabla 2.

Enfermedades genéticas del metabolismo de las lipoproteínas.

Alteración  Prevalencia  Gen  Efecto en Lp  Diagnóstico 
HFC  1/100–200  USF1 + genes modificados  ↑ LDL, ↑ VLDL, ↑ apoB  apoB > 120mg/dl, TG > 133mg/dl 
HFHe  1/500  LDLR, PCSK9, ApoB  ↑ LDL  Criterios MedPed 
HFHo  1/106  LDLR  ↑↑ LDL  Ambos padres HFHe 
DBL familiar  1/5.000  apoE  ↑↑ IDL,↑ quilomicrones remanentes   
DF LPL  1/106  LPL, apoC2  ↑↑ quilomicrones, ↑ VLDL   
Enfermedad de Tangier  1/106  ABC1  ↓↓ HDL   
Deficiencia familiar LCAT  1/106  LCAT  ↓ HDL   

DBL: disbetalipoproteinemia familiar; DF LPL: déficit familiar de lipoproteinlipasa; HFC: hiperlipemia familiar combinada; HFHe: hiperlipemia familiar heterocigota; HFHo: hiperlipemia familiar homocigota; LCAT: lecitincolesterol aciltransferasa; PCSK9: proproteína convertasa subtilisina/kexina 9; USF: upstream transcription factor 1.

Síndrome metabólico y diabetes mellitus

El término síndrome metabólico hace referencia a la agrupación de varios factores de riesgo cardiovascular: obesidad central, aumento de TG, bajas concentraciones de cHDL, intolerancia a la glucosa e hipertensión. Esta constelación de factores de riesgo agrupados identifica4 a unos pacientes cuyo riesgo de enfermedad cardiovascular se duplica y el de muerte se multiplica por 1,5. Desde el punto de vista práctico, una combinación del perímetro de la cintura y la elevación de TG sirve de una forma sencilla y barata para discriminar a este tipo de pacientes.

La DM es por sí misma un factor independiente de enfermedad cardiovascular, en especial en mujeres. La hipertensión, la dislipemia y la obesidad son comunes en la DM2. Por lo tanto, los pacientes diabéticos que reúnen criterios de síndrome metabólico tienen peor pronóstico5.

La DM agrava especialmente el pronóstico de los pacientes con síndrome coronario y obliga a utilizar tratamientos más agresivos6. Las alteraciones lipídicas son comunes y se caracterizan por cifras de TG altas, cifras de cHDL bajas o ambas, que aparecen en el 50% de los afectados. El incremento de las VLDL genera un perfil aterogénico con partículas LDL pequeñas y densas y partículas HDL pequeñas y densas7. Todas estas alteraciones no se dan de manera aislada y constituyen lo que se denomina la tríada aterogénica, que también se caracteriza por el incremento de apoB. Los valores de cLDL suelen ser normales o ligeramente elevados. Este perfil lipídico antecede en varios años a la aparición de la DM y es común en individuos con obesidad central y síndrome metabólico.

Tratamiento

Se recomiendan cambios terapéuticos en el estilo de vida a todos los sujetos con DM o síndrome metabólico. La dieta debe prescribirse según las necesidades individuales. Si no se alcanzan los objetivos lipídicos con dosis máximas de estatinas, se debe utilizar combinaciones de fármacos, aunque las evidencias con tratamiento combinado son escasas. Los pacientes menores de 40 años y con DM de corta evolución, sin otros factores de riesgo ni complicaciones y con cLDL < 100mg/dl, no precisan tratamiento farmacológico.

Para todos los pacientes con DM1 y en presencia de microalbuminuria y enfermedad renal, la disminución de al menos un 30% del cLDL es obligatoria y se debe utilizar estatinas o tratamiento combinado, independientemente de la concentración de cLDL (I/C).

Para pacientes con DM y enfermedad cardiovascular o enfermedad renal crónica mayores de 40 años o con uno o más factores de riesgo cardiovascular o lesión de órgano diana, se recomienda el umbral cLDL < 70mg/dl, y como objetivos secundarios, colesterol no-HDL < 100mg/dl y apoB < 80mg/dl (I/B)8.

Para todos los diabéticos, como objetivo primario, el cLDL debe ser < 100mg/dl, y como objetivo secundario, colesterol no-HDL < 130mg/dl y apoB < 100mg/dl (I/B)9.

En la tabla 3 se consignan las recomendaciones actuales de tratamiento de la Sociedad Europea de Cardiología y la Sociedad Europea de Aterosclerosis10.

Tabla 3.

Recomendaciones para el tratamiento de la dislipemia en la diabetes mellitus10

Recomendación  Clase/nivel 
Independientemente del cLDL, se recomienda tratamiento con estatinas como de elección y eventualmente tratamiento combinado para todos los pacientes con DM1 y microalbuminuria y enfermedad renal  I/C 
Para pacientes con DM2 y ECV o ERC y aquellos sin ECV mayores de 40 con uno o más FRCV o LOD, el objetivo de cLDL es < 70mg/dl, y el objetivo secundario, colesterol no-HDL en 100mg/dl y apoB < 80mg/dl  I/B 
Para todo paciente con DM2, el cLDL debe ser < 100mg/dl como objetivo primario. El colesterol no-HDL < 130mg/dl y la apoB < 100mg/dl son objetivos secundarios  I/B 

cLDL: colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad; DM: diabetes mellitus; ECV: enfermedad cardiovascular; ERC: enfermedad renal crónica; FRCV: factores de riesgo cardiovascular; LOD: lesión de órgano diana; no-HDL: no unido a lipoproteínas de alta densidad.

Síndrome coronario agudo y revascularización percutánea

Los pacientes con un síndrome coronario agudo (SCA) tienen alto riesgo de sufrir eventos cardiovasculares sucesivos. El manejo de los lípidos debe realizarse en la estrategia del manejo del riesgo total, que incluye la adaptación a estilos de vida saludables, el manejo adecuado de los factores de riesgo cardiovascular y la utilización de fármacos basada en la evidencia e, idealmente, programas de rehabilitación cardiaca. Los resultados de ensayos específicos11–13 y metaanálisis apoyan la utilización precoz e intensiva de estatinas. Se debe utilizar dosis altas durante los primeros días de la hospitalización por SCA. Si se conoce la concentración de cLDL, las dosis de estatina deben ser capaces de llevar el cLDL a cifras < 70mg/dl. Se debe utilizar dosis menores en pacientes con riesgo alto de efectos secundarios (ancianos, con enfermedad hepática, insuficiencia renal o en caso de interacciones con fármacos de uso obligado en el SCA). Se debe volver a determinar los lípidos a las 4–6 semanas para saber si se han alcanzado los objetivos de cLDL y por cuestiones de seguridad. Esta información nos ayudará a seleccionar las dosis de estatinas. El consumo de ácidos poliinsaturados n-3 y aceite de pescado es una cuestión debatida por los resultados contradictorios de varios ensayos clínicos14,15. Se les atribuyen efectos lipídicos favorables, pero tal vez sus efectos más importantes sean antiarrítmicos.

En pacientes que no toman estatinas y van a someterse a intervencionismo percutáneo, el pretratamiento a corto plazo con atorvastatina reduce la extensión del infarto de miocardio en pacientes con angina estable y SCA. El estudio ARMYDA16 demostró que una recarga reducía los infartos periprocedimiento incluso en los que ya tomaban estatinas, por lo que se aconseja esta actitud terapéutica (2b/B).

Tratamiento de la dislipemia en la insuficiencia cardiaca y la enfermedad valvular

Dada la negatividad de los diferentes estudios realizados con estatinas en los pacientes con insuficiencia cardiaca (IC) de moderada a grave, no está indicado el uso de estatinas en pacientes en clase III-IV (III/A) de la New York Heart Association (NYHA)17,18. Se puede añadir ácidos grasos poliinsaturados omega-3 a dosis de 1g/día al tratamiento óptimo de la IC en pacientes en NYHA II-IV (IIb/B). El tratamiento hipolipemiante no está recomendado para pacientes valvulares sin enfermedad coronaria (III/B)19.

Enfermedad renal crónica

La prevalencia de enfermedad renal crónica (ERC) de leve a moderada se está incrementando rápidamente en todo el mundo. Una disminución de la tasa de filtrado glomerular (GFR) se asocia, de manera independiente de otros factores de riesgo, a enfermedad cardiovascular20. En un registro europeo, la mortalidad cardiovascular estandarizada fue de 38 (intervalo de confianza del 95% [IC95%], 37,2–39) cada 1.000 personas/año, más alta en pacientes que comenzaban diálisis que en la población general21.

Actualmente la ERC está considerada como un equivalente de la enfermedad coronaria, de modo que la reducción del cLDL es un objetivo primario del tratamiento, ya que reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular. En la ERC moderada-grave se debe usar estatinas o tratamiento combinado para alcanzar cifras de cLDL < 70mg/dl (IIa/C). El tratamiento con estatinas puede frenar moderadamente la pérdida de función renal y proteger contra el desarrollo de estadios finales de ERC que requieran diálisis (IIa/C). También tienen efectos beneficiosos en pacientes con ERC en estadios 2–4 y proteinuria > 300mg/24h (IIa/B)22. En la tabla 4 se consignan las recomendaciones de la Sociedad Europea de Cardiología10. Los pacientes con ERC en estadios 1–2 toleran bien las estatinas a dosis moderadas. En estadios más avanzados hay que usarlas con mayor precaución y ajustando la dosis por motivos de seguridad. Se debe elegir estatinas con excreción renal mínima (atorvastatina, fluvastatina, pitavastatina, rosuvastatina). Los fibratos incrementan las concentraciones de creatinina y homocisteína. El fenofibrato no se dializa y no se debe utilizar cuando la GFR < 50ml/min/1,73m2. Se debe reducir la dosis de gemfibrozilo a 600mg/día si la GFR < 60 y hay que evitarlo si GFR < 15. La ezetimiba se puede utilizar a dosis plenas y también los ácidos grasos omega-3 de prescripción.

Tabla 4.

Recomendaciones10 para el tratamiento de pacientes con enfermedad renal crónica en estadios 2–4 y filtrado glomerular estimado en 15–89ml/min/1,73m2.

Recomendación  Clase/nivel 
La ERC está considerada equivalente de riesgo de EC, y la reducción del cLDL es un objetivo primario  IA 
Le reducción del cLDL disminuye el riesgo de ECV y se debe tener en cuenta  IIa/B 
Las estatinas pueden enlentecer moderadamente la pérdida de función renal y proteger contra la evolución a enfermedad renal terminal  IIa/C 
Las estatinas pueden tener efecto beneficioso en la proteinuria (> 300mg/día) y se debe considerarlas en estadios 2–4  IIa/C 
En ERC moderada-grave, las estatinas en monoterapia o en combinación deberían conseguir cifras de cLDL < 70mg/dl  IIa/C 

cLDL: colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad; EC: enfermedad coronaria; ERC: enfermedad renal crónica.

El perfil lipídico en la ERC muestra anomalías cuantitativas y cualitativas que van empeorando a medida que declina la GFR y son más pronunciadas en los estadios finales. Se caracteriza por una elevación de TG y una disminución del cHDL, mientras que los cambios del colesterol total o el cLDL son menores. El colesterol no-HDL y la apoB están incrementados. Hay un exceso de partículas de cLDL pequeñas y densas. Se incrementa la Lp(a). Los pacientes con ERC en estadios 3–5, por lo tanto, tienen un perfil de dislipemia mixta altamente aterogénica.

Las evidencias que sustentan el tratamiento hipolipemiante en la ERC se basan en análisis post-hoc de estudios como el PPP23(Pravastatin Pooling Project), que mostró beneficio en pacientes con ERC en estadios 2–3, especialmente los diabéticos, y el HPS24(Heart Protection Study), que mostró una reducción del riesgo, del 11 frente al 5,4% de la cohorte total, en un subgrupo de pacientes con ERC leve.

Los resultados en pacientes con ERC en estadios 4–5 son menos claros; en varios estudios (como el 4D25 o el AURORA26, realizados con atorvastatina y rosuvastatina respectivamente) los resultados fueron negativos. El más reciente ensayo SHARP27 ha mostrado efectos beneficiosos de la combinación de simvastatina y ezetimiba respecto a placebo en pacientes de muy alto riesgo con ERC avanzada; la combinación logró reducir de forma estadísticamente significativa (17%) los eventos ateroscleróticos mayores y un 15,3% los eventos vasculares mayores. En estos pacientes el uso de ácidos grasos omega-3 de prescripción es una opción para conseguir descensos de TG.

Ictus

La etiología del ictus es heterogénea e incluye el ictus secundario a tromboembolia asociada a la fibrilación auricular, la enfermedad arterial carotídea y la aterosclerosis aórtica proximal, la enfermedad de los pequeños vasos cerebrales y la hemorragia intracraneal (intracerebral y subaracnoidea). La dislipemia puede participar en la patogenia del ictus de acuerdo con la etiología concreta. La relación entre dislipemia y evento aterotrombótico que incluya el ictus isquémico o el accidente cerebrovascular isquémico transitorio es bien conocida, mientras que la asociación de dislipemia y otros tipos de ictus es incierta. El uso de fármacos hipolipemiantes en prevención primaria en adultos con alto riesgo cardiovascular debido a concentraciones de cLDL altas u otros factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión arterial, reducen el riesgo de ictus y accidente isquémico transitorio28. Los regímenes de tratamiento más intensos con estatinas se asocian con menor riesgo de ictus en comparación con los regímenes menos intensos. En prevención secundaria, los pacientes que han sufrido un ictus están en riesgo no solo de recurrencias, sino también de sufrir otros eventos cardiovasculares mayores29 como infarto de miocardio. Por lo tanto, se debe considerarlos de alto riesgo y conseguir cifras de cLDL < 70mg/dl. El tratamiento con estatinas reduce el riesgo de ictus, infarto de miocardio y muerte cardiovascular. Sin embargo, la etiología del ictus puede influir en la respuesta a las estatinas; los pacientes con eventos aterotrombóticos se benefician, mientras que los que sufren ictus hemorrágico pueden no beneficiarse o incluso resultar perjudicados, por lo que en su caso no estaría indicado el tratamiento con estatinas.

Enfermedad arterial periférica

La enfermedad arterial periférica es una manifestación común de la aterosclerosis y afecta a varios territorios: carótida, aorta, extremidades inferiores y, menos frecuentemente, arterias renales y mesentéricas. Los pacientes con enfermedad arterial periférica tienen un riesgo elevado de eventos coronarios y sufrirla es un factor independiente de riesgo de muerte, infarto de miocardio y muerte cardiovascular30. Por ello se la considera equivalente de riesgo coronario, por lo que se debe tratar como prevención secundaria. A pesar de esto, al paciente con enfermedad arterial periférica no se lo suele manejar como al paciente coronario.

En la arteriopatía de extremidades inferiores, el tratamiento hipocolesterolemiante reduce el riesgo de eventos isquémicos y el empeoramiento de la claudicación, con lo que mejora el perímetro de marcha de estos pacientes. Una revisión sistemática de 18 ensayos que incluyeron a 10.000 pacientes con diferentes concentraciones de colesterol, desde normales a altas, señala que el tratamiento hipolipemiante se asocia con una reducción de los eventos cardiovasculares totales de un 20%, junto con una reducción no significativa del 14% en todas las causas de mortalidad31.

En la enfermedad arterial carotídea, varios ensayos han mostrado los efectos beneficiosos del tratamiento hipolipemiante en la progresión del índice de grosor intimomedial carotídeo (GIMc). No existen estudios aleatorizados que demuestren que los hipolipemiantes reduzcan la incidencia de eventos cardiovasculares en los pacientes y en la prevención de eventos cardiovasculares. Un metaanálisis32 de 10 estudios que incluyen a 3.443 pacientes señala una reducción significativa en la progresión de la aterosclerosis carotídea en pacientes tratados con estatinas en comparación con placebo. En un metaanálisis de ensayos clínicos aleatorizados, el tratamiento con estatinas redujo un 21% la incidencia de todos los ictus en diferentes poblaciones, con una fuerte correlación entre la reducción de cLDL y el GIMc, que se reduce el 0,73% anual por cada 10% de disminución del cLDL. El ácido nicotínico puede añadir beneficio al efecto de las estatinas33.

Los cambios ateroscleróticos de las arterias retinianas se correlacionan con las cifras de colesterol total, cLDL, TG y apoB y también con enfermedad coronaria. Sin embargo, no hay estudios con fármacos hipolipemiantes que puedan establecer que se pueda reducir estos cambios.

La presencia de aneurisma de la aorta abdominal es un equivalente de riesgo coronario, pero no hay ensayos clínicos que muestren una reducción del riesgo cardiovascular en este tipo de afección. Dos revisiones sistemáticas de baja calidad metodológica muestran datos no concluyentes respecto a que las estatinas reducen la mortalidad perioperatoria o la morbimortalidad cardiovascular en estos pacientes. Sin embargo, hay dos estudios en los que hubo una mejora de los resultados; en el primero34, con atorvastatina 20mg frente a placebo, se redujo el objetivo combinado de muerte cardiaca, infarto, ictus y angina inestable en 100 pacientes sometidos a cirugía de reparación de aneurisma, y el segundo35, a doble ciego en 497 pacientes tratados preoperatoriamente con fluvastatina 80mg. El posible beneficio del tratamiento hipolipemiante no se ha comprobado en pacientes con afección aterosclerótica de las arterias renales, a pesar de lo cual deben ser tratados como pacientes de alto riesgo cardiovascular.

En resumen, la guía señala que la enfermedad arterial periférica es una entidad de alto riesgo y el tratamiento hipolipemiante, fundamentalmente con estatinas, tiene el mayor grado de recomendación (I/A). Las estatinas pueden prevenir la progresión de la enfermedad carotídea (I/A) y están recomendadas en la prevención de la progresión del aneurisma abdominal (I/C).

Pacientes trasplantados

Las alteraciones de las concentraciones lipídicas son comunes en pacientes sometidos a trasplante y predisponen a la aterosclerosis y las vasculopatías postrasplante que dan lugar a eventos vasculares mayores. La causa de esta dislipemia está en relación con la DM, la obesidad, el síndrome metabólico y la enfermedad renal crónica. Además, los inmunosupresores afectan de manera negativa al metabolismo de los lípidos. Los glucocorticoides producen aumento de peso y exacerban la resistencia a la insulina, lo que conduce a aumento de colesterol total, cVLDL y TG y del tamaño y la densidad de las partículas de cLDL. Los inhibidores de calcineurina disminuyen el aclaramiento de las lipoproteínas aterogénicas; tanto ciclosporina, como tracolimus y sirolimus causan dislipemia en un alto porcentaje de los pacientes tratados.

En cuanto a recomendaciones, las estrategias para el manejo del riesgo cardiovascular total son prioritarias en este tipo de pacientes (I/C). Se debe utilizar estatinas como fármacos de primera línea, comenzando con dosis bajas y aumentando la dosis con cautela, debido a la interacción con los fármacos antineoplásicos, en especial con la ciclosporina, por el riesgo de miopatía (IIa/B). Para los pacientes que no toleran las estatinas o con cifras elevadas de cLDL pese a recibir dosis elevadas de estatinas, en especial los que tienen un riesgo residual elevado, se aconseja utilizar ezetimiba para los que tienen cLDL elevado y fibratos o ácido nicotínico para los que tienen valores altos de TG o bajos de cHDL (IIb/C).

A pesar de que varios ensayos aleatorizados36,37 con estatinas han demostrado su potencial de mejorar la evolución cardiovascular de pacientes trasplantados de corazón y riñón, se echa en falta más datos. Una revisión sistemática38 en pacientes trasplantados renales tratados con estatinas demuestra una fuerte tendencia a la disminución de los eventos cardiovasculares y de la mortalidad.

Pacientes con virus de la inmunodeficiencia humana

Los pacientes con virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) a menudo tienen cifras bajas de colesterol total, cLDL y cHDL y cifras altas de TG. El tratamiento antirretroviral causa un aumento de las partículas de cLDL pequeñas y densas y de los TG, lo que duplica el riesgo de enfermedad coronaria en comparación con los sujetos VIH negativos39. El tratamiento también aumenta la presión arterial y la resistencia a la insulina, lo que contribuye a aumentar el riesgo de enfermedad coronaria, máxime si los pacientes son fumadores con dislipemia. La recomendación de tratamiento se dirige a utilizar hipolipemiantes, en particular estatinas, para tratar de alcanzar cifras de cLDL como en los pacientes de alto riesgo (IIa/C). Se debe aconsejar dieta y actividad física, y si no se consiguen los objetivos, se debe cambiar el tratamiento antirretroviral. A pesar de la preocupación por la potencial interacción entre estatinas y antirretrovirales, no se ha observado toxicidad significativa y, como se ha mencionado, las estatinas constituyen el tratamiento de elección para disminuir el cLDL, mientras que se puede prescribir los fibratos cuando la hipertrigliceridemia sea el hallazgo dominante40.

Diferentes tipos de estatinas pueden tener diferentes interacciones con los fármacos antirretrovirales. La Sociedad Clínica Europea AIDS señala que la simvastatina está contraindicada para pacientes que reciban ritonavir41. La combinación de rosuvastatina con lopinavir/ ritonavir requiere precaución42. Para pacientes que no toleran las estatinas, la ezetimiba es una opción de tratamiento. No se recomienda usar resinas, ya que aumentan los TG e interfieren en la absorción de los fármacos antirretrovirales. Todavía no hay datos sobre el efecto de los fármacos hipolipemiantes en los eventos cardiovasculares de pacientes con VIH.

Enfermedades autoinmunitarias

Las enfermedades autoinmunitarias, como la artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico, la psoriasis y el síndrome antifosfolipídico, se caracterizan por un aumento de la aterosclerosis y, en consecuencia, mayores cifras de morbimortalidad cardiovascular comparadas con las de la población general43–45. El sistema inmunitario está implicado en la patogenia de la aterosclerosis a través de los componentes inflamatorios de la respuesta inmunitaria y de los elementos autoinmunes, como los autoanticuerpos, autoantígenos y linfocitos autorreactivos. Estas enfermedades se caracterizan por vasculitis inflamatoria y disfunción endotelial. Actualmente no existe indicación para el uso preventivo de fármacos hipolipemiantes basada únicamente en la presencia de estas enfermedades (III/C).

Niños, mujeres y ancianosNiños

La base del tratamiento de los niños es la dieta. Solo en las hipercolesterolemias familiares se debe emplear hipolipemiantes. En el caso de la hipercolesterolemia familiar heterocigota, se recomienda el empleo precoz de estatinas entre los 10 y los 18 años, en función de la historia familiar. Hay evidencia de afección carotídea temprana en niños en torno a los 10 años a través del estudio ecográfico del GIMc, que puede detenerse con el tratamiento con estatinas o plasmaféresis46.

Mujeres

Los estudios realizados en prevención primaria y secundaria de la enfermedad coronaria han incluido un número bajo de mujeres y los resultados no se han comunicado discriminados por sexo. El metaanálisis publicado más recientemente indica un beneficio similar en varones y mujeres47.

Este beneficio cuestionado en prevención primaria ha sido admitido para las mujeres con alto riesgo cardiovascular una vez que se han añadido a los análisis48 los resultados del estudio JUPITER, que mostró una reducción de un 12% del riesgo relativo en la mortalidad con el uso de rosuvastatina en mujeres con alto riesgo cardiovascular sin enfermedad cardiovascular establecida.

En prevención secundaria, no existe duda alguna de que se debe tratar a las mujeres exactamente igual que a los varones en cuanto a fármacos y objetivos, como lo indican diferentes metaanálisis como el de Walsh et al49, que publican que en el estudio de una cohorte de 8.272 mujeres con enfermedad cardiovascular, tratadas principalmente con estatinas, se produjo una reducción del 26% de la mortalidad cardiovascular, el 29% del infarto de miocardio y el 20% del total de eventos coronarios. Hay que recordar que las estatinas deben suspenderse 3 meses antes de la planificación de un embarazo50 y reinstaurarse una vez concluido el periodo de lactancia.

El papel de los tratamientos hipolipemiantes distintos de las estatinas todavía está por determinarse, y hay que utilizarlos en función del tipo de dislipemia y como alternativa cuando haya intolerancia a las estatinas o debido a sus efectos secundarios.

El tratamiento hormonal actualmente utilizado, llamado de tercera generación (dosis bajas de estrógenos-progesterona), no parece que aumente los efectos adversos y se puede usar después de la valoración del perfil lipídico. Por el contrario, se debe recomendar otras medidas para mujeres con cLDL > 160mg/dl o con factores de riesgo múltiples y para aquellas con alto riesgo de eventos trombóticos. A pesar de algunos efectos favorables en el perfil lipídico, no se ha demostrado que el tratamiento hormonal sustitutivo con estrógenos reduzca el riesgo cardiovascular, y no se puede recomendar para la prevención cardiovascular en mujeres51.

Ancianos

El porcentaje de ancianos en nuestra sociedad va en aumento. Más del 80% de los individuos que mueren por enfermedad coronaria son mayores de 65 años. La dislipemia, el tabaquismo, la hipertensión y la DM son los principales factores de riesgo cardiovascular en todas las edades, pero el riesgo absoluto se incrementa exponencialmente con la edad. La reducción del riesgo en mayores de 65 años es esencial, ya que un 65–75% tiene enfermedad coronaria clínica o enfermedad aterosclerótica subclínica. El 25% de los varones y el 42% de las mujeres mayores de 65 años presentan cifras de colesterol total > 240mg/dl; por lo tanto, son un grupo de población que se puede beneficiar de forma significativa del tratamiento hipolipemiante, lo que se deduce de los estudios metaanalíticos realizados. Las evidencias en edades superiores, por encima de 80–85 años, son muy limitadas y se debe utilizar el juicio clínico. Las medidas de prevención primaria deben ser las mismas que en población más joven. El estudio PROSPER (Study of Pravastatin in the Elderly at Risk) fue el primero en valorar la pravastatina 40mg/día en comparación con placebo en pacientes de 70–82 años con factores de riesgo. Después de 3 años, los valores de cLDL se redujeron un 34%; los TG, el 13% y el riesgo de muerte coronaria, infarto no mortal e ictus, un 13%52. No se redujo la mortalidad total ni se mejoró el deterioro cognitivo. En los metaanálisis publicados, no se han encontrado diferencias significativas entre población joven y anciana.

En prevención secundaria, diferentes ensayos, como el 4S53 o el CARE54, demostraron la eficacia tanto de simvastatina como de pravastatina en la prevención de eventos cardiovasculares. En el estudio CARE, el número de pacientes que es necesario tratar fue 11 en 5 años para prevenir un evento cardiovascular mayor y 22 para prevenir una muerte de origen coronario. Los resultados de un registro sueco demuestran que el tratamiento con estatinas se asocia a una disminución de la mortalidad en pacientes muy ancianos tras infarto, sin incremento del riesgo de cáncer55. Se recomienda el tratamiento con estatinas comenzando con dosis bajas por la posibilidad de un incremento de sus efectos secundarios en pacientes polimedicados.

Los ancianos tienen menos posibilidad de recibir tratamiento hipolipemiante y son menos proclives a adherirse al tratamiento por diferentes razones, como el coste de los fármacos en países donde no están subvencionados o por los efectos secundarios. También la percepción de que se dan eventos coronarios a pesar del tratamiento puede cuestionar el beneficio de este. No obstante, hay que realizar un importante esfuerzo para mejorar la adherencia basado en reforzar el conocimiento del riesgo y los potenciales beneficios cuando se persiste con el tratamiento con estatinas.

Conflicto de intereses

Ninguno.

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