El 17 de enero de 2006 falleció, a los 80 años de edad, el Dr. Pierre Grondin, fundador del Departamento de Cirugía del Instituto de Cardiología de Montreal que dirigió de 1963 a 1979. Posteriormente, durante más de 10 años dirigió el Servicio de Cirugía Cardiaca del St. Francis Hospital de Miami, y a principios de la década de los noventa volvió a Canadá para poner en marcha un servicio de la especialidad en l'Hotel Dieu de Québec.
Pionero de los trasplantes cardiacos en Canadá, lo conocí en 1969, cuando visitó Sevilla, donde dio una conferencia, hizo una demostración quirúrgica (una operación de Vineberg) y, sobre todo, se quedó asombrado de que se estuviera realizando cirugía cardiaca abierta en el Hospital de las Cinco Llagas: edificio del siglo XVI que hoy alberga el Parlamento de Andalucía. Unos meses después escribió sugiriendo que nuestro grupo se trasladase a Montreal para aprender las técnicas de cirugía coronaria que allí se había comenzado a practicar. Cuando a nuestro regreso en 1970 se realizaron con éxito las primeras operaciones de bypass coronario que se llevaban a cabo en España, se dirigió a la Diputación Provincial de Sevilla con la insólita propuesta del establecimiento de un convenio, que deberían suscribir los respectivos Gobiernos provinciales, en el que ofrecía: entrenamiento para formar en Montreal personal médico, auxiliar, técnico e incluso administrativo; suministro de todo el equipamiento necesario para un moderno servicio de cirugía cardiaca, e instalación y puesta en marcha de éste con personal canadiense. Todo, sin contraprestación alguna, pagado por el Gobierno de Québec, que en aquellos años luchaba por tener una presencia internacional diferenciada de la de Canadá. La Diputación, en vez de aceptar inmediatamente el generoso obsequio, envió a su secretario para que visitara el Instituto y a las autoridades implicadas e hiciera un informe. Y aunque éste fue plenamente favorable, el acuerdo no se llegó a firmar, pero se iniciaron los intercambios médicos.
En 1972, Pierre Grondin hizo la misma oferta a la Diputación Provincial de Madrid y esta vez su presidente el prestigioso cirujano Carlos González Bueno no tuvo dudas y ordenó que esa misma semana, el vicepresidente Leopoldo Matos viajara a Québec y Ottawa, y no regresara sin firmar el acuerdo. Se estableció por 5 años, pero al haberse alcanzado antes los objetivos inicialmente previstos (realización de 500 operaciones anuales a corazón abierto), el convenio fue ampliado primero a otras especialidades médicas y quirúrgicas, a otros hospitales canadienses y a médicos de todas las regiones españolas, y después también a temas distintos de la medicina (agricultura, acuicultura, incendios forestales, etc.). Incluso en aspectos tan alejados de su profesión, Grondin siguió siendo el conseguidor de todos los acuerdos y conexiones que desde España se le solicitaban. Su entusiasmo por España, su historia, sus monumentos, su lengua y sus gentes no tenía límites. Su casa en Laval sur le Lac era un auténtico consulado, donde él, que hablaba español con soltura y Marjo su esposa que lo hablaba a la perfección, resolvían todos los problemas de los más de trescientos españoles que entre becarios y familiares hicieron estancias en Canadá.
Hospitales de Cataluña, Andalucía, Castilla, Cantabria, País Vasco y por supuesto Madrid se beneficiaron de estos intercambios y hoy los especialistas médicos y quirúrgicos entrenados en Canadá ocupan en ellos puestos del máximo prestigio. En especial, la cardiología y la cirugía cardiaca de toda España tienen motivos para estar agradecidas a Pierre Grondin.