Palabras clave
INTRODUCCIÓN
Recientemente, la European Society of Cardiology (ESC), en colaboración con el American College of Cardiology (ACC), han establecido nuevos criterios para el diagnóstico de infarto de miocardio1 (tabla 1). La iniciativa ha sido polémica; mientras que la nueva definición era esperada por muchos sectores (especialmente clínicos), en otros se critica el impacto del cambio de criterio en los estudios epidemiológicos, en la indicación y eficacia de tratamientos establecidos, en la percepción social e incluso en las actuaciones medicolegales.
¿NECESIDAD DE NUEVOS CRITERIOS?
Los avances tecnológicos y los cambios en la terapéutica son las principales justificaciones para rede finir criterios diagnósticos en diferentes situaciones clínicas. En el caso del infarto, se dispone de determinaciones bioquímicas más sensibles y específicas de necrosis miocárdica y, por otra parte, las técnicas de diagnóstico por imagen adquieren mayor relevancia práctica.
No obstante, la verdadera necesidad de una redefinición clínica del infarto se fundamenta en el caos derivado de la multitud de criterios de diagnóstico que han sido empleados y modificados en los últimos años, en unas ocasiones como un intento de alcanzar un diagnóstico más sensible y específico, y en otras con fines más comerciales que científicos. La definición inicial propuesta por la OMS2,3 (tabla 2), en la que se exige la presencia de dos de 3 posibles indicadores clínica típica, alteraciones electrocardiográficas características y alteraciones enzimáticas (creatincinasa [CK]) correspondientes a necrosis miocárdica, probablemente es bastante específica, pero poco sensible y, sobre todo, ha sido modificada de manera arbitraria hasta el límite. En la tabla 2 se indican los criterios de diagnóstico de infarto establecidos por diversos grupos de estudio con impacto en la actitud práctica diaria realizados en los últimos años4-31. Como puede observarse, no sólo no existe un criterio uniforme, sino que, con excepción de estudios realizados por el mismo grupo (p. ej., TIMI, OASIS, GUSTO), todos los grupos han establecido criterios sensiblemente diferentes. Existen pocos procesos patológicos en los que la falta de un criterio uniforme sea tan manifiesta. Por tanto, la redefinición de infarto era necesaria y debía ser sencilla y estar avalada por organismos internacionales de máxima solvencia.
¿QUÉ ES UN INFARTO?
Una definición clínica debe fundamentarse en 2 parámetros: el diagnóstico real, generalmente anato mopatológico, y el método disponible en la práctica para realizar el diagnóstico. Este método debe ser sensible, específico y asequible en la práctica clínica.
El infarto de miocardio es una entidad anatomopatológica caracterizada por necrosis isquémica (coagulativa) de una zona del miocardio. Podrá emplearse como criterio la clínica, el ECG, técnicas de imagen, certificados de defunción, códigos internacionales de diagnóstico, etc., pero cualquiera de estos métodos nunca puede constituir una definición en sí misma y sólo puede aproximarse al diagnóstico correcto, que es el anatomopatológico de necrosis miocárdica. Los avances tecnológicos proporcionan nuevos métodos de diagnóstico más sensibles y específicos que los precedentes y permiten caracterizar mejor las alteraciones funcionales derivadas del proceso necrótico, pero el empleo de diferentes métodos para definir el mismo proceso patológico hace imposible la comparación de distintos grupos de enfermos.
La nueva definición clínica de infarto se basa fundamentalmente en la disponibilidad de marcadores biológicos de necrosis miocárdica más sensibles y específicos que los empleados hasta hace poco tiempo: troponina o CK-MB masa, ambos muy sensibles y específicos de necrosis miocárdica. Elevaciones transitorias de estos marcadores por encima del percentil 99 en la población normal deben ser considerados como anormales e indicativos de necrosis en ausencia de otros procesos patológicos graves. En la tabla 1 se reproducen los criterios diagnósticos establecidos por el comité conjunto ESC/ACC. Para el diagnóstico de infarto agudo de miocardio se exige uno de 2 criterios: hallazgos anatómicos de necrosis miocárdica o presencia de curva (elevación y descenso) de marcadores biológicos de necrosis acompañado de síntomas isquémicos o alteraciones electrocardiográficas (Q, desplazamientos del segmento ST) o una intervención coronaria. Para el diagnóstico de infarto antiguo los criterios pueden ser anatómicos o electrocardiográficos (presencia de onda Q). Es interesante señalar que, excepto los hallazgos anatomopatológicos, los otros elementos de diagnóstico no discriminan la etiología de la necrosis: isquémica, traumática, infecciosa etc., si bien la etiología más frecuente es la isquémica. También es preciso recordar que los nuevos criterios no son tan diferentes de los antiguos, siendo la única diferencia real el empleo de marcadores bioquímicos de necrosis más sensibles y específicos que los clásicos.
SIGNIFICADO DEL DIAGNÓSTICO DE INFARTO
El simple diagnóstico de infarto tiene implicaciones clínicas, sociales y pronósticas, y en términos generales identifica a una población con cardiopatía isquémica en la que deben aplicarse los criterios clásicos de prevención secundaria. No obstante, el término infarto incluye a un grupo muy heterogéneo, con grandes diferencias en el pronóstico, tratamiento y repercusión social. Por ello, el diagnóstico debe complementarse siempre con el análisis de otras características, siendo las más importantes, desde el punto de vista práctico, la presencia o no de elevación del segmento ST (como criterio de selección de candidatos a terapéutics de reperfusión), el grado de deterioro de la función ventricular y la presencia de isquemia postinfarto. En la tabla 3 se indican las características principales que acompañan al diagnóstico de infarto de miocardio y que siempre deben ser consideradas.
IMPLICACIONES PRÁCTICAS DE LOS NUEVOS CRITERIOS
La redefinición de los criterios clínicos de diagnóstico de infarto tiene aspectos positivos y negativos, con múltiples implicaciones prácticas en la valoración y tratamiento del paciente con dolor precordial en urgencias, en el diseño de ensayos clínicos y estudios epidemiológicos, en los controles de calidad de intervenciones coronarias e incluso implicaciones sociales y laborales. Estos aspectos se discuten con detalle en la publicación original1.
Diagnóstico en urgencias
El criterio básico de diagnóstico es la identificación de marcadores bioquímicos sensibles y específicos de necrosis miocárdica y las determinaciones deben poder realizarse de forma rápida, fiable y ordenada. Cada laboratorio debe realizar controles de calidad, y las determinaciones sólo están indicadas ante la sospecha clínica de isquemia miocárdica, criterio éste que debe ser considerado en su máxima amplitud, dada la gran variabilidad de los posibles síntomas clínicos de isquemia. En la práctica, las alteraciones enzimáticas nunca deben constituir el criterio principal de diagnóstico para la toma de decisiones, ya que las indicaciones de tratamiento de reperfusión (trombólisis o revascularización mecánica) se establecen ante la presencia de síntomas clínicos y elevación del segmento ST, y estas intervenciones son mucho más efectivas en las primeras horas de evolución, cuando los marcadores bioquímicos todavía pueden no estar alterados. Para el diagnóstico de infarto agudo de miocardio debe seguirse algún algoritmo de diagnóstico32,33 y en los casos dudosos las determinaciones enzimáticas adquieren importancia, especialmente en pacientes con síntomas de isquemia en ausencia de elevación del segmento ST. En estas situaciones pueden ser necesarias 2 determinaciones de enzimas si la primera se realizó muy precoz y los valores iniciales son normales. Por otra parte, las concentraciones elevadas de troponina ayudan a identificar a grupos de enfermos con mayor beneficio del tratamiento anticoagulante y antiagregante34.
Infarto frente a reinfarto
Después de un episodio de isquemia con necrosis, los valores de mioglobina, troponina y CK masa se alteran de manera muy temprana, pudiendo detectarse valores patológicos desde las 2 h de aparición de síntomas. Sin embargo, la normalización de los valores plasmáticos es diferente: las concentraciones de mioglobina se normalizan en pocas horas, mientras que las de CK masa permanecen alteradas durante días, siendo la troponina el último marcador en normalizarse. Las características cinéticas de la mioglobina hacen que éste sea el marcador ideal para identificar nuevos episodios de necrosis durante los primeros días de evolución del infarto, si bien estos criterios son todavía objeto de controversia.
Pronóstico
Al ser los nuevos criterios más sensibles podrán identificarse pacientes de menor riesgo. Si bien la elevación de troponina guarda una relación directa con el pronóstico35, la valoración global del pronóstico es multifactorial y debe incluir los factores clásicos: edad, tamaño del infarto, función ventricular, isquemia residual, etc.
Epidemiología
El aspecto probablemente más controvertido de los nuevos criterios de diagnóstico está en relación con la epidemiología. Criterios más sensibles aumentan de manera considerable el número de pacientes con infarto y se estima que este incremento puede ser próximo al 25%36. No obstante, pasada la fase aguda del in farto, los nuevos criterios propuestos (aparición de nuevas ondas Q o hallazgos anatomopatológicos) son menos sensibles, aunque más específicos que los empleados en los estudios epidemiológicos bien organizados en los que, paradójicamente, el diagnóstico sigue normas complejas y diferentes de las empleadas en la clínica cotidiana.
En resumen, los nuevos criterios de diagnóstico de infarto de miocardio propuestos por la European Society of Cardiology y el American College of Cardiology presentan la ventaja de adaptarse a las posibilidades reales de diagnóstico actual, en especial durante la fase aguda del infarto, y el inconveniente de ser diferentes a los criterios establecidos que sirven de referencia epidemiológica, pronóstica y terapéutica. En cualquier caso, y dado que no existía un único criterio previo sino una diversidad de criterios, supondrá, quizá por fin, una forma común de expresar un diagnóstico con importantes implicaciones prácticas.
Correspondencia: Dr. J. López-Sendón. Unidad Coronaria Área 1200. Hospital Gregorio Marañón. Doctor Esquerdo, 46. 28007 Madrid.
Correo electrónico: jlsendon@retemail.es