ISSN: 0300-8932 Factor de impacto 2023 7,2
Vol. 75. Núm. 8.
Páginas 693 (Agosto 2022)

In memoriam
Felipe Moreno Granado

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El pasado mes de abril, falleció Felipe Moreno Granado, antiguo jefe de servicio de Cardiología del Hospital Infantil La Paz (Madrid), del que también fue director varios años. Con Felipe, ha desaparecido el último fundador de este prestigioso servicio.

El estudio y tratamiento de las cardiopatías congénitas en nuestro país recibió un fuerte impulso tras la incorporación de Manuel Quero al entonces recién inaugurado Hospital Infantil de La Paz en 1965. Quero, era un joven licenciado de la Universidad Complutense, que había adquirido una buena formación cardiológica en la cátedra de Patología General del Profesor Casas. Allí se había constituido una excelente unidad de Cardiología, dirigida por Pedro Zarco, que atrajo a numerosos estudiantes hacia una temprana vocación cardiológica. En esta pléyade estudiantil, estaban Víctor Pérez y Felipe Moreno Granado, amigos y compañeros de Manuel Quero, a los que incorporó en la sección cardiológica, que estaba organizando.

La cardiología pediátrica del Hospital de La Paz, adquirió pronto una gran proyección a nivel nacional e internacional. A ello, contribuyó notablemente el Servicio de Cirugía Cardiaca Infantil de Francisco Álvarez Díaz, donde se fue desarrollando con éxito la corrección de las cardiopatías congénitas, incluidas sus formas complejas. Esta trayectoria, ha culminado recientemente, con un gran programa de trasplante cardiaco infantil dirigido por uno de sus discípulos, Ángel Aroca.

En agosto de 2021, durante el sepelio de Francisco Álvarez Díaz, me reuní por última vez con Felipe. Pese a sus achaques, tuvo conmigo una conversación lúcida, con su conocida sencillez y exquisita amabilidad.

En 1977 Felipe Moreno, obtuvo la plaza de jefe de servicio tras el traslado de Manuel Quero al Hospital Ramón y Cajal. En su dilatada y conciliadora jefatura, lejos de cualquier atisbo de egolatría, Felipe supo mantener el acervo científico y docente del servicio; publicó numerosos artículos y fue un admirado maestro. Pero sin duda alguna, destacó por su incansable y cualificada labor asistencial con sus niños cardiópatas, por cuya curación bregaba sin tregua. Este celo facilitó la creación en el Hospital La Paz por parte de José María Oliver de una de las primeras Unidades de Cardiopatías Congénitas del Adulto, donde continuó el seguimiento y tratamiento de muchos de aquellos niños.

Durante el merecido descanso tras su jubilación en 2005, Felipe pudo disfrutar más de sus hijos, nietos y de Pilar, su mujer, quien se mantuvo al pie de su cama hospitalaria en sus últimos días. En su casa de La Cabrera y en su pueblo, Barco de Ávila, gozaba del aire de la montaña, caminaba y se reunía con los paisanos, rememorando los tiempos de juventud. Ocasionalmente aceptaba participar en congresos y simposios, donde sus claras y sólidas intervenciones se seguían con un gran interés.

El recuerdo de Felipe perdurará en amigos, compañeros y muchos de aquellos a los que en su infancia trató de sus cardiopatías.

José A. Sobrino Daza

Madrid, España

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