El dolor torácico es uno de los motivos de consulta más frecuente y, aunque muchos casos se orientan en un principio como posible síndrome coronario agudo, un elevado número de ingresos por sospecha de cardiopatía isquémica se evitaría si el diagnóstico inicial fuera más preciso. Por otro lado, hasta un 5-10% de los pacientes que, presentando este síntoma, son dados de alta desde los servicios de urgencia por considerar que el origen del dolor no es coronario, presenta un infarto agudo de miocardio en ese momento o a los pocos días, con una tasa de mortalidad elevada. Además, la eficacia tanto de la fibrinólisis como de la angioplastia primaria en un paciente con un infarto agudo de miocardio está en función de la precocidad con que se realizan. Por último, el desarrollo de nuevas pautas terapéuticas en el síndrome coronario agudo sin elevación del segmento ST implica seleccionar con la mayor rapidez posible a los pacientes que pueden beneficiarse de un tratamiento más intensivo.
El diagnóstico y el manejo precoz del paciente con dolor torácico en unidades específicas reduce el número de enfermos ingresados por dolor torácico de origen no coronario, las altas inadecuadas de pacientes con syndrome coronario agudo, los tiempos desde el ingreso hasta la realización del electrocardiograma y el inicio del tratamiento en los pacientes de alto riesgo. La puesta en marcha de una unidad de dolor torácico es una medida barata y coste-efectiva, por lo que debería extenderse de forma universal.