ISSN: 0300-8932 Factor de impacto 2023 7,2
Vol. 58. Núm. 8.
Páginas 887-890 (Agosto 2005)

Actividad física. Un eficiente y olvidado elemento de la prevención cardiovascular, desde la infancia hasta la vejez

Physical Activity. An Efficient and Underused Way of Preventing Cardiovascular Disease from Childhood to Old Age

Roberto Elosuaa

Opciones

En 1994, la Organización Mundial de la Salud reconoció el sedentarismo como un factor de riesgo independiente de cardiopatía isquémica1. Se estima que las personas sedentarias tienen aproximadamente el doble de riesgo de presentar una cardiopatía isquémica, o de morir por esta enfermedad, que las personas que son activas1. También se ha observado que la práctica regular de actividad física se asocia con un menor riesgo de presentar enfermedad cerebrovascular2. La cardiopatía isquémica, junto con la enfermedad cerebrovascular y otras enfermedades cardiovasculares, causan el mayor número de muertes en los países industrializados. Por este motivo, la prevención de este tipo de enfermedades es un elemento importante de los programas de salud de estos países. En este contexto, la promoción de la práctica de actividad física debe ser una pieza importante en la prevención y la promoción de la salud.

Actividad física sí, pero ¿cuánta?, ¿de qué tipo?, ¿con qué frecuencia?

Aunque la mayoría estamos de acuerdo en que la promoción de la práctica de la actividad física es importante, todavía hay discusión acerca de cuánta actividad física hay que realizar, de qué tipo y con qué frecuencia3. Las razones que explican este debate son, al menos en parte, la variabilidad en los métodos para medir la actividad física en los distintos estudios y que probablemente diferentes indicadores de salud tengan un patrón de relación diferente con la actividad física4:

1. Aún no se ha establecido el tipo de la relación dosis-respuesta entre la cantidad de actividad física y la salud (fig. 1). En el caso de la cardiopatía isquémica, parece que la práctica de pequeñas cantidades de actividad física produce grandes beneficios en la salud y a medida que vamos aumentando la cantidad de actividad física, el beneficio obtenido se va reduciendo (fig. 1C)5. El efecto cardiosaludable es evidente con gastos energéticos > 1.000 kcal/semana; los gastos superiores producen un mayor efecto beneficioso, pero de magnitud inferior. Sin embargo, otros indicadores de salud (obesidad, cáncer, etc.) pueden tener una relación distinta con la actividad física.

Fig. 1. Representación gráfica de algunos de los posibles tipos de relación dosis-respuesta entre la cantidad de actividad física realizada y su efecto sobre la salud.

2. El tipo de actividad física se puede definir con distintos criterios: según el tipo de contracción muscular (dinámica-isotónica o estática-isométrica) o el tipo de metabolismo utilizado para la obtención de energía (aeróbico o anaeróbico), pero desde el punto de vista de salud el que más nos interesa es el tipo de actividad física según su intensidad. Es decir, ¿tiene el mismo efecto sobre la salud gastar 1.000 kcal caminando (actividad física de intensidad ligera) que gastar 1.000 kcal corriendo (actividad física intensa)?3. Este interrogante todavía está abierto. Se acepta que las actividades físicas moderadas (4-5,5 equivalentes metabólicos [MET]) e intensas (6 MET) producen un efecto beneficioso sobre la salud cardiovascular, pero no hay consenso sobre el efecto de las actividades físicas ligeras (< 4 MET) como caminar. De todos modos, en varios estudios se ha demostrado que, en las personas mayores de 65 años, caminar se asocia con un menor riesgo de cardiopatía isquémica6. Por tanto, al menos en este subgrupo de individuos que, además, es el que más casos de cardiopatía isquémica aporta a la población, hay datos que apoyan la recomendación de caminar como una actividad cardiosaludable6.

3. En cuanto a la frecuencia de la práctica de la actividad física, la mayoría de los estudios ha analizado la práctica regular de ésta en 3 o más sesiones a la semana y sus efectos sobre la salud. Sin embargo, cada vez es más habitual encontrar a personas que normalmente no realizan ninguna actividad física durante la semana y el fin de semana juegan un partido de fútbol sala, o salen en bicicleta por la montaña o la carretera con los amigos. Según nuestros conocimientos, sólo en un estudio se ha analizado el efecto de esta práctica única semanal sobre la salud y se ha concluido que en las personas sin factores de riesgo esta práctica se asocia con beneficios sobre la mortalidad, pero en personas con factores de riesgo no produce ningún beneficio7. Por otra parte, hay que considerar que durante la práctica de una actividad física intensa aumenta el riesgo de presentar un acontecimiento cardiovascular agudo (infarto agudo de miocardio, muerte súbita), especialmente en las personas que no realizan una actividad física de forma regular8. Con estos datos, la actitud más prudente y recomendable es practicar una actividad física de forma regular, al menos 3 días a la semana y, a ser posible, todos los días.

Actividad física frente a forma física

En este número de la Revista, Ortega et9 al presentan datos sobre el nivel de forma física de los adolescentes españoles y establecen valores de referencia que pueden ser utilizados en el medio sanitario y educativo9. En primer lugar, nos creemos obligados a felicitar a los autores por el esfuerzo realizado, la calidad del trabajo y la relevancia y la multidisciplinariedad de éste. Los autores nos presentan en este trabajo unos valores normativos de la condición o forma física de los adolescentes españoles, de los que no se disponía en nuestra población, y también que ésta puede ser evaluada mediante un conjunto de pruebas estandarizadas, válidas y objetivas (la batería Eurofit).

En una parte de la discusión, los autores afirman que no es suficiente con aumentar el nivel de actividad física, ya que el riesgo cardiovascular está más relacionado con el nivel de forma física que con la actividad física que se realiza. Esta afirmación debe de ser matizada, ya que el debate sobre qué es más importante para la salud, la actividad física o la forma física, es controvertido y está todavía abierto10. La forma física está muy asociada con la práctica de actividad física, de manera que las personas más activas tienen una mejor forma física, lo que hace difícil analizar de forma separada sus efectos independientes. Lo que sí está bien establecido es que, a igualdad de gasto energético, la actividad física de tipo intenso se asocia con una mejoría en la forma física mayor que la actividad física de tipo moderado o ligero, es decir, gastar 1.000 kcal/semana corriendo produce una mejora de la forma física mayor que la producida por gastar 1.000 kcal/semana caminando. Por tanto, la forma física refleja fundamentalmente la práctica de actividad física de tipo intenso, pero está menos influida por la actividad física de tipo moderado y poco por la ligera. Hay muchas pruebas de que la actividad física de tipo intenso se asocia con una menor morbimortalidad pero, como hemos comentado con anterioridad, también hay signos de que las actividades físicas de tipo moderado y ligero se asocian con efectos beneficiosos para la salud6. Por tanto, la forma física es importante, pero la actividad física ligera, aunque no se acompañe de cambios importantes en la forma física, también tiene su relevancia para mejorar la salud.

Recomendaciones sobre la práctica de actividad física

En diciembre de 1999, un grupo de trabajo europeo, en el que participa la Fundación Española del Corazón, publicó unas recomendaciones para la prevención de las enfermedades cardiovasculares mediante la práctica de actividad física en la Unión Europea5. Estas recomendaciones se resumen en el mensaje de que cada ciudadano europeo adulto debería acumular unos 30 min de actividad física de moderada intensidad, como caminar a un paso vivo, la mayoría de los días de la semana y, a ser posible, todos. Estas recomendaciones coinciden con las realizadas para la población de Estados Unidos y se traducen en un gasto energético semanal de unas 1.000 kcal. Un gasto energético superior se asocia con un mayor beneficio en salud cardiovascular, pero la magnitud del beneficio obtenido se va reduciendo (fig. 1C)5.

Sin embargo, las recomendaciones europeas añaden un apartado especial dirigido a los niños y los adolescentes en el que se establece que este grupo de la población debería realizar 1 h diaria de actividad física al menos de moderada intensidad5. Esta recomendación dirigida a los niños y los adolescentes es muy importante por varios motivos:

1. Se ha demostrado que la práctica de actividad física en edades tempranas de la vida se asocia con la práctica de actividad física en la edad adulta11. Por tanto, es importante promocionar la actividad física en los jóvenes para que cuando lleguen a adultos continúen siendo activos. Los niños y los adolescentes pasan muchas horas al día en la escuela y es importante que en ella puedan realizar esta actividad física de forma regular. Pero no sólo es responsabilidad de la escuela; los organismos públicos (Gobiernos y Ayuntamientos) deberían facilitar a los adolescentes el acceso a lugares donde puedan realizar una actividad deportiva regular y proporcionar instalaciones y medios adecuados; los padres también tienen su parte de responsabilidad, ya que su ejemplo y estímulo es importante para los niños y los adolescentes; finalmente el propio individuo, una vez informado y con los medios a su alcance, también tiene parte de responsabilidad a la hora de elegir un estilo de vida saludable.

2. Hay pruebas de que en las personas jóvenes un nivel bajo de forma física se asocia con una mayor incidencia de factores de riesgo cardiovascular en el seguimiento12 y probablemente con un mayor riesgo de acontecimientos cardiovasculares futuros.

Gracias a los investigadores del estudio AVENA, en la actualidad disponemos de los valores normativos de forma física en la población de los adolescentes españoles9. Estos valores normativos pueden ser muy útiles, tanto en el medio sanitario como en el educativo, para evaluar el nivel de forma física individual de un adolescente de una forma objetiva, identificar a los que presentan bajos niveles de forma física e intervenir en este subgrupo con el objetivo de mejorar su forma física y reducir, de este modo, su potencial riesgo cardiovascular futuro. Una posibilidad sería implantar esta serie de pruebas en las escuelas españolas para objetivar la forma física de cada estudiante. Estos resultados podrían ser de gran utilidad para el pediatra o el médico de familia, que dispondría de un dato válido y objetivo que podría utilizar, tal y como utiliza los normogramas de peso y talla, para controlar le evolución e intervenir y aconsejar la práctica de actividad física.

Práctica, promoción de la actividad física en la población española y su impacto potencial sobre la salud

Uno de los resultados más importantes de este estudio es que el nivel de forma física de los adolescentes españoles es más bajo que el observado en otros estudios realizados en los países de nuestro entorno9 y coincide con otros estudios que concluyen que la práctica de actividad física en la población adulta de España es inferior a la de otros países5. Estos datos, junto con el aumento de la prevalencia de la obesidad infantil en España13, deben encender la luz de alarma en los responsables políticos, sanitarios y educativos, así como en las familias, para mejorar esta situación.

En una época en la que la prevención cardiovascular depende cada vez más de los fármacos14, hay que reconocer la importancia, la eficacia y la efectividad de un estilo de vida saludable en la prevención de las enfermedades cardiovasculares15. Sabemos que el sedentarismo y la obesidad en la edad adulta explican un tercio de las muertes prematuras y casi un 60% de las muertes cardiovasculares15. En Estados Unidos se ha calculado que el riesgo de cardiopatía isquémica poblacional atribuible al sedentarismo es aproximadamente del 33%, es decir, si todas las personas fueran activas, el número de acontecimientos coronarios en ese país se reduciría un 33%16. Además, un 80% de esta reducción se conseguiría si las personas totalmente sedentarias hicieran un poco de actividad física16.

Todos estos datos sobre los beneficios de la actividad física, no sólo en la salud cardiovascular, sino también en otros indicadores de salud, debe trasladarse a la población. Es importante que toda la población española camine, como mínimo 30 min al día, todos los días de la semana. Para cumplir este objetivo, las autoridades políticas y sanitarias deben realizar campañas de promoción de la actividad física a escala poblacional17, y los profesionales sanitarios debemos recomendar la actividad física en nuestra práctica clínica diaria18. A partir de hoy disponemos de unos normogramas de forma física para los adolescentes de España que pueden y deben convertirse en elementos importantes en la promoción de la salud en este grupo de la población con un objetivo final: aumentar la práctica de actividad física desde la infancia hasta la vejez para mejorar así la salud de la población.

Véase artículo en págs. 898-909






Correspondencia: Dr. R. Elosua.

Unidad de Lípidos y Epidemiología Cardiovascular. Institut Municipal d'Investigació Mèdica.

Dr. Aiguader, 80. 08003 Barcelona. España.

Correo electrónico: relosua@imim.es

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